jueves, 30 de diciembre de 2010

Construyendo bicentenarios

Fernando Carrión Mena.
Quito. Ecuador

Promovido por el Observatorio Latinoamericano del New School de Nueva York, se organizó la conferencia internacional denominada “Construyendo Bicentenarios en Latinoamérica en la época de la globalización”, con la finalidad de debatir y discutir respecto de los desafíos del cómo y el porqué conmemorar los dos cientos años de la independencia en América latina.

El contexto histórico de esta conmemoración está signado por el impacto de la crisis económica, que ha conducido a tres cambios sustanciales: el retorno a lo estatal de los bancos, la industria automotriz, las aseguradoras de pensiones; el cierre de ciertos mercados que hace pensar en una sustitución de importaciones; y la redefinición de los territorios en la línea de la soberanía y la integración.

Obviamente que en este marco las celebraciones tienen un andarivel subsidiario. No hay movilización social o proyectos emblemáticos porque no despega el proceso, mientras hay cambio de nombres a lo que se venía haciendo o modificación del papel membretado de las instituciones.

Queda claro que en sociedades plurales como las que vivimos, es muy difícil no reconocer la existencia de múltiples bicentenarios conmemorándose al tiempo. Primero porque existe un itinerario temporal y espacial de la libertad al que todos quieren llegar primero. Fue Chuquisaca (Sucre) o La Paz; pues las dos, porque son parte del mismo movimiento libertario; lo que ocurre es que el debate no está en quien fue primero, sino a quién ese hito le otorga la razón histórica para argumentar la capitalidad en Bolivia.

En Ecuador no es muy distinto: se cuestiona el grito libertario del 10 de Agosto de 1809 por que dicen fue un movimiento elitista, monárquico, quiteño y que tuvo poco éxito. Esta interpretación viene de grupos sociales anclados en ciudades específicas que están confrontando políticamente el sentido de “lo nacional” desde su terruño. El Ecuador es el único país de América Latina que no tiene una fecha de celebración nacional, mientras si lo tienen cada una de las localidades. Mientras en Latinoamérica se celebra nacionalmente la emancipación; en el país las localidades conmemoran los actos fundacionales; es decir, las acciones de sojuzgamiento...

Por todo ello, los Bicentenarios deben ser proyectos en construcción que no deben pasar bajo el determinismo inexorable del tiempo. ¡Es el sentido de futuro que está en disputa! Realizar movimientos poblacionales masivos banalizan el contenido y le convierten a la conmemoración en un espectáculo urbano más. También se debe tener cuidado respecto de lo que ocurrió en el pasado, en que, por ejemplo, el espacio público, como lugar de disputa, sirvió para expulsar a los pueblos originarios con las políticas de ajardinamiento y ornato, a la clase obrera con la planificación urbana y a los jóvenes con la llamada prevención situacional. Hechos ocurridos en tres momentos clave de nuestra historia: la colonización, los cien años de la independencia y el bicentenario de la emancipación.

Artículo publicado en http://works.bepress.com/fernando_carrion/280/

Los bicentenarios


Fernando Carrión Mena.
Quito. Ecuador

Difícil entender un proceso libertador solo a partir de un quiebre de aguas establecido en una sola fecha y en un solo lugar.

Desde el año 2009 hasta 2011, se realizarán los festejos conmemorativos del Bicentenario en la Región, en una coyuntura en la que el Estado ha entrado en crisis debido al doble movimiento interrelacionado de localización y de globalización, así como la urbe ha transformado su concepto de ciudad frontera, nacida a partir de la revolución industrial, hacia la ciudad en red, que tiene lugar con la mundialización.

Hoy, la ciudad es el territorio articulador general del Estado, y han sido los Gobiernos nacionales los que han conducido el proceso de conmemoración de los bicentenarios. Los bicentenarios se expresan en una coyuntura en que los gobiernos locales se han fortalecido gracias a las políticas de descentralización, como también se ha generado un grupo importante de países con posiciones nacionalistas e integracionistas que ven este acontecimiento como un hecho que permite repensar las relaciones entre sí y con otras regiones. De allí que las lecturas del proceso libertador sigan la doble ruta de localización e internacionalización: múltiples fechas y lugares secuenciales, en algunos casos en disputa, como parte de un movimiento continental.

En realidad, existe un itinerario espacial y temporal de la secuencia libertadora, pero también una expresión de disputa de las múltiples conmemoraciones que desemboca hoy en la existencia de una pluralidad de bicentenarios. En ello, mucho tiene que ver la forma cómo procesan los grupos sociales, cómo se modifican los anclajes territoriales del poder y cómo se conciben los proyectos en disputa. Difícil entender un proceso libertador solo a partir de un quiebre de aguas establecido en una sola fecha y en un solo lugar. Mucho menos, definir a esta fecha como si fuera la primera, porque estos procesos tardan muchos años en incubarse y expresarse.

Hoy, da la impresión de que cada país y ciudad viven como si fuera una competencia deportiva, en tanto se busca saber quién fue el primero en producir la llama de la libertad y no las condiciones históricas del proceso; con lo cual, se vacía de contenido a la historia. Sin embargo, la impresión que existe hasta el momento es la de un proceso de conmemoración que se ha vaciado de contenido, en tanto esta plataforma de proyección no aparece; con lo cual, empieza a pesar lo espectacular y contingente por sobre lo trascendental. Da la impresión de que no despega la propuesta, sea porque no existe proyecto, porque se ha volcado más hacia el pasado que hacia el futuro o porque, en su defecto, más hacia el presente, en donde lo lúdico y espectacular tiene alta primacía para la movilización de masas hacia la legitimación de las autoridades.

Se podría afirmar que pesó más la lógica del espectáculo masivo que la del monumento, que fue propio de la conmemoración del Centenario. La historia que construyó los monumentos arquitectónicos como oráculos en los que el Estado legitimó un discurso, una identidad y unos símbolos venidos del nacionalismo, tienen ahora una política de conservación con la que se reinventan. Hoy, se pasa del monumento a un metarelato inocuo, en el que el Bicentenario se encuentra a la deriva, enfrascado en debates intrascendentes, localizado en espacios reducidos o en la construcción de proyectos aniversarios que llevan el mote de Bicentenario.

Artículo publicado en Publicado el 29/Mayo/2010 diario Hoy de Ecuador.

viernes, 26 de noviembre de 2010

py'a guapy oikovéva (Paz al Paraguay)

Alfredo Fernández. Periodista.
Carta de la Paz dirigida a la ONU

Un nuevo país, una nueva cultura, una nueva sociedad celebra por este tiempo el bicentenario de su independencia. La República del Paraguay se prepara para sus merecidos festejos. Hace dos siglos un grupo de soldados y patriotas se enfrentaron a la dominación extranjera. Y como lo había hecho un año antes Argentina, Paraguay también luchó por su libertad, aprovechando la débil situación de España que estaba invadida por Napoleón.

Asunción del Paraguay, capital de la colonización en la América del Sur, contaba con criollos, preparados para gobernarse así mismos. Historiadores recuerdan hoy a quienes conformaron el puñado de hombres y mujeres valientes, decididos a ser libres, y que libertaron al Paraguay en la noche del 14 y 15 de Mayo de aquel 1811.

Recordar el bicentenario de la República del Paraguay es también compartir hoy el espacio con los Indígenas, legítimos antepasados y verdaderos impulsores de la colonización del territorio y de la oficialización del guaraní, convirtiéndose oficialmente en país bilingüe. Es cierto que durante estos 200 años de historia Paraguay vivió momentos de tensión y de guerras, especialmente con sus hermanos vecinos de Argentina, Bolivia o Brasil. Sin embargo hoy se puede afirmar que ese sector del continente americano vive momentos de paz que seguramente soñaron sus patriotas, pero que se plasman hoy en diálogo verdadero y fecundo entre las naciones.

El ejemplo del MERCOSUR, proyecto de integración que supera lo meramente económico, debe ser un camino al que seguir apostando. Ya lo recordó el Presidente de Brasil Lula da Silva, en ocasión de una cumbre del MERCOSUR: “Nosotros no queremos guerra, si alguien quiere conocer un lugar tranquilo ese es América del Sur”. Y agregó: “América del Sur y el Mercosur son hoy un ejemplo de cómo el mundo podría vivir en paz, sin armas nucleares, sin guerras y de manera mucho más armoniosa".

Por todo esto: ¡Feliz Bicentenario, Paraguay!

martes, 28 de septiembre de 2010

El tejido luminoso

Leticia Soberón
Doctora en Ciencias Sociales 

Los festejos del Bicentenario de la Independencia de México, y Centenario de la Revolución mexicana han vuelto a sacar a la luz unos hechos gloriosos y otros terriblemente crueles de la historia que dió lugar a nuestra existencia. Se insiste en la necesidad de conocer el pasado para definir mejor nuestra propia identidad. Y vemos cómo no sólo los considerados “héroes patrios”, sino una gran cantidad de personas de diversos bandos defendieron en aquellos años su propia idea de justicia y de libertad, los altos ideales sociales o sus privilegios para no perderlos.

Estamos frente a nuestros relatos históricos. ¿Para qué nos sirven? ¿No nos encontramos frente a desafíos iguales o mayores que los de entonces? Estrictamente hablando, es imposible cambiar el pasado. La historia y sus acontecimientos ya sucedieron y nadie puede modificarlos. Los posibles túneles del tiempo de los relatos de ciencia ficción aún están por ser inventados, y una clave de salud personal consiste justamente en aceptar lo que sucedió y que dio lugar a nuestro ser concreto, comprendiendo que somos fruto de unos acontecimientos, algunos luminosos, otros grises o francamente oscuros, que si hubieran sido distinos, no existiríamos. Reconciliarnos con la historia es un primer paso para poder incidir sin resentimientos en nuestro presente y así mejorarlo.

Pero, paradójicamente, sí existe una forma de transformar de algún modo aquellos hechos que, por ser del pasado, parecerían condenados a la inmovilidad. ¿En qué consiste? En decidir a qué tipo de  procesos históricos damos continuidad. Veamos cómo. Casi sin querer, uno elige un modo de ser, de vivir. Se adhiere a una línea de pensamiento -a veces sin darse cuenta-, escoge un estilo de estar en la sociedad, de crear el presente. Así da nueva vida a unas líneas de actuación que ya tuvieron lugar y que de otro modo quedarían muertas. Si uno relee lo que otros hicieron, descubrirá su propio actuar como continuación de alguna “escuela” de hacer la vida, ciertamente aportando un estilo propio y original que los matiza para siempre. Unos serán más creativos, otros menos, pero todos de algún modo actualizan en su presente unos procesos que, sin ellos, quedarían para los museos y la arqueología. Así, el tejido de la historia se va ensanchando con todo tipo de hilos, unos de colores, otros obscuros, algunos muy luminosos.

Pongamos unos ejemplos. Uno en su diario vivir puede abonarse a la historia de la guerra, del conflicto, de la lucha de poderes, del dominio, de la desigualdad. Si así lo decide, puede asumir e incentivar, -aunque como digo, tantos lo hacen por inercia y sin tomar conciencia de ello-, las diferencias sociales, económicas, culturales... dando continuidad a la interminable cadena de la violencia que se perpetúa en la historia, pero no a causa de un ciego destino, sino porque encuentra en cada generación unos cómplices que perpetúan la historia de la sangre y las lágrimas.

Quizá la mayoría quiere elegir un transcurrir más convencional, sin mayores sobresaltos, sereno, de sencillo trabajo y búsqueda de la estabilidad. Pero en su vida diaria no podrá permanecer neutral: su modo de tejer sociedad, de interactuar o no con los vecinos, su manera de pensar o de no hacerlo, de participar o ignorar a sus contemporáneos, de educar a los hijos, dará continuidad a procesos sociales, económicos, interpersonales, que pueden ir en la línea del desarrollo y la justicia, o de la inercia, la indiferencia y el desapego. También es posible, sin ser extraordinarios o superdotados, abonarse a procesos artísticos, creativos, lúdicos, artesanales, que continúen y actualicen, lanzando hacia el futuro, la historia local de la paz florecida, una paz fecunda y variada que desborde en fiesta, en su pueblo, en su barrio, en su ciudad o en su país.

Más aún: es hermoso, y posible, transformar el pasado en presente y el futuro dando continuación a los “hilos luminosos” que atraviesan la historia humana, aquellos procesos excelentes que dan soporte y sentido a millones de personas. Es posible recibir el testigo de las formas de vivir más constructivas y fructuosas, y ofrecer nuestro presente y energías para que sigan vivas y avancen también hoy. Asumir y actualizar los grandes objetivos de tantos héroes de la Patria, pero colocándose en la historia de la no-violencia, la búsqueda de la paz, la defensa de los derechos humanos y la dignidad propia y de otros; la historia de la democracia, de la libertad de expresión, la defensa de los excluidos y la promoción de la autonomía y el desarrollo de los pueblos. Todo ello recoge el esfuerzo de los grandes hombres y mujeres de la Historia, que tejieron con hilos de luz sus días y sus horas.

¿Cuál es el distintivo de éstos respecto a otros hilos que configuran el devenir de las naciones? Que quien los inicia y los continúa está dispuesto a dar la vida por esa causa, pero evita lanzar a otros a la muerte. Asume su tarea incluso con sacrificio, para que otros vivan, para que los amigos no mueran por ello. ¡Y son tantos los ejemplos!

El Bicentenario es una ocasión para seguir tejiendo hoy con hilos de luz la historia de México. Sin violencia, pero con decisión y arrojo. Con apasionada generosidad. Es una forma de transformar no sólo el presente, sino también el pasado: deja de ser arqueología, se actualiza y se lanza al futuro.

México vivo

Javier Bustamante Enriquez  
Psicólogo Social


“¡Viva México!”, así termina una serie de vivas que cada 15 de septiembre se proclaman desde las más pequeñas cabezas de ayuntamientos y plazas públicas hasta llegar al Zócalo de la Ciudad de México. Pasando por la ciudad de Dolores Hidalgo, en el centro del país, lugar donde dio comienzo el levantamiento armado de independencia en 1810. 

Al “Viva México”, anteceden varios vivas que acompañan los nombres de los principales líderes independentistas, comenzando con el: “Viva los héroes que nos dieron patria y libertad”.  La ceremonia ritual va acompañada por el toque de campana, que rememora el que diera en su día el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla. La bandera es hondeada por el presidente o cabeza de gobierno de cada lugar y vitoreada por el pueblo reunido.

Este año, la celebración de Independencia cobró un especial matiz al conmemorarse 200 años de su comienzo. En realidad, la independencia se consumó hasta el año de 1821, curiosamente 300 años después de la conquista de México, en 1521, a manos de Hernán Cortés.

Múltiples son las reflexiones que se despiertan en estos momentos en torno al hecho independentista. Multitud de revisiones históricas, sociales, demográficas, culturales, artísticas se están dando en México, muchas veces opuestas. Esto nos hace pensar que realmente la gesta independentista sigue “viva”, como ese grito que comenzara en 1810 y aún despliega cantidad de ecos.

Muchos pueblos del mundo, por no decir que casi todos, han sido sometidos o sometedores de otros pueblos. Movimientos de independencia o revoluciones civiles ante regímenes internos se han dado y se dan en nuestros días. Las fronteras se mueven, se levantan nuevos muros, se derriban antiguos. A este panorama mundial, hay que añadir la gran movilidad de personas que va generando una interculturalidad cada vez mayor al interior de lo que conocemos como países. Los movimientos migratorios, lejos de ayudar a hacer más permeables las fronteras, van ocasionando que estas se tornen duras e impermeables. No es culpa de nadie y sí asunto de todos. El mundo está cambiando muy deprisa y las estructuras sociales, jurídicas, culturales, se nos van quedando viejas, se nos rompen y no pueden contener de manera adecuada las realidades para las que fueron creadas.

Una revisión del pasado nos hace forzosamente poner los pies firmes en el presente. Es digno y hermoso celebrar una gesta heroica como la Independencia de México. Como mexicanos nos toca ser agradecidos con todos aquellos que se dejaron la vida, que pasaron hambre y frío, que lo perdieron todo, si es que tenían algo, por soñar, por desear un presente y un futuro mejor. Seguro que se cometieron muchos errores de base o sobre la marcha. Seguro que no todos iban con buenas intenciones. Seguro que se podía haber hecho mejor... pero, ¿es que se está haciendo mejor en el presente?

Mirémonos en el espejo del pasado. Espejo de obsidiana. Espejo de oro. Espejo de cristal. Espejo de agua. Espejo de carne y hueso. Observemos que aquello ya pasó y pasó como pudo. Y, porque pasó, estamos ahora y aquí pasando nosotros. Estamos de paso, así que intentemos hacer lo mejor posible por nuestro presente. Revisemos lo que estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo, qué queremos para nosotros y nuestros hijos, los que estamos siendo México ahora. A pesar de los problemas que nos acosan como sociedad y como país -la prensa nacional e internacional lo grita, muchas veces de manera distorsionada, pero lo grita-, a pesar de todo ello, México está vivo.

Ahora más que nunca, la mayoría de las mexicanas y mexicanos deseamos paz. Paz en nuestros pueblos y ciudades para poder circular tranquilamente, para saber que nuestros hijos crecen en ambientes seguros, para trabajar e invertir en un presente que prospere. Paz también en nuestras conciencias y en nuestras relaciones. Paz y confianza para con las personas que dirigen y toman decisiones.

Destruir la paz de una sociedad es muy fácil y puede hacerse en segundos. Construirla lleva mucho tiempo y es una labor cotidiana que no se puede descuidar. Ojalá que una fiesta como la del Bicentenario de la Independencia nos renueve en el ánimo para valorar la paz que tenemos, con su fragilidad y su fortaleza, y busquemos nuevos caminos y estructuras para fundamentar más sólidamente este invaluable bien.

Bicentenario México

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Largo y sinuoso camino de la paz

Erich Mellado y Elisabet Juanola.
Santiago de Chile. 


A lo largo del 2010 varias naciones latinoamericanas festejan el bicentenario de su independencia, Chile es una de ellas. Motivados por la fiesta y con el ánimo de revisar el recorrido durante estos siglos muchos llevan meses preparando su regalo para este aniversario. El balance está en manos de historiadores, de políticos, de todos aquellos que se imaginan un país distinto. Por cierto, esta fiesta patria es propicia también para mirar cómo ha sido construida la paz, sus anhelos, lo que falta para que su cultura permee más profundamente toda la sociedad.

Hacer un balance de la historia de la paz en Chile en estos 200 años de historia resulta un desafío;  a diferencia de la clara línea que marca la cronología, el camino de la paz, es más bien una huella sinuosa y que en grandes tramos apenas se ve o simplemente desaparece para reaparecer mucho tiempo adelante. La paz en Chile no ha sido un continuo, un bien imperecedero o una bandera para hacerla flamear. A menudo ha cedido a guerras, disputas, intereses de pocos o a la imposición del fuerte sobre el débil.

Pero con unos buenos lentes se intuyen verdaderas pistas quizá poco exploradas en los libros de historia, más bien acostumbrados a relatar hazañas, triunfos y derrotas. El sendero de la paz a través de los 200 años de historia, se ha hecho visible en Chile de muchos modos. En todo cruce de culturas se construye una innegable riqueza. No exenta de dolor y muerte, el encuentro de los pueblos originarios con el pueblo extranjero ha tejido una rica amalgama reconocible a lo largo de 4300 kms. de norte a sur. Durante años, después de la supremacía colonial, tener sangre autóctona era menospreciable. Hoy el aporte de kunzas, onas, changos, atacameños, diaguitas, kawéskar, coyas, aymaras, araucanos, alemanes, suizos, croatas, y españoles suma y crece con la gracia de recuperar lo propio de cada cultura. Y vaya que todos tienen un sello propio.

El sendero de la paz aparece en la historia de Chile en los acuerdos entre adversarios políticos que aprobaron leyes de integración: como la participación de la mujer de la vida democrática en 1952, la reforma agraria que permitió repartir la tierra e incorporar al campesinado a la vida política y cultural del país. Están también la mejora en los niveles de alfabetismo y de otros tantos parámetros que ubican a este país como aquél que posee el mejor índice de desarrollo humano dentro de Latinoamérica.

Brilló la paz de manera especial con dos premios Nobel: Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Un reconocimiento magnífico a la poesía, de cuyas palabras, muchas veces ha brotado la esperanza y ha dejado entrever el profundo espíritu de paz que hay en esta tierra.

Mientras muchos no descansan en señalar que la nación chilena ha sido fruto de guerras, conquistas y batallas ganadas, la cultura de la paz en cambio nos sitúa en un balance distinto, en el poder que tienen los pasos que se dan desde la reconciliación, la amistad cívica, el diálogo y la necesidad de concordar para avanzar, que son por cierto un camino largo y en construcción. Chile, tierra de hermanos, una mesa para todos, son lemas que han intentado hacer aportes a la unidad. Chile es hoy un país al que le duele el perdón, posiblemente porque para perdonar hay que creer en los procesos y en la historia hemos aprendido a reconocer las fechas de los triunfos y las derrotas.

Hoy más que nunca hay que escuchar al otro y reconocerle su espacio.

200 años de trayectoria hacia una paz posible

Cristian Muñoz. Filósofo. 
Punta Arenas. Chile.

El Colegio Miguel de Cervantes con sede en la ciudad de Punta Arenas, Chile, está por cumplir un cuarto de siglo. Quienes han formado parte de dicha trayectoria entienden que la vida es un conjunto de fortalezas y debilidades, logros y errores que en su conjunto permiten evaluar el sentido que poseen los sacrificios personales para la concreción de sueños. Esta misma experiencia la han vivenciado quienes forman una familia, mantienen lazos de amistad, proyectan una agrupación, promueven una comunidad, etc., puesto que durante el recorrido de la vida, entienden que al final del camino, la mirada hacia atrás deja un gusto agradable para el alma, pese a que nos topemos con situaciones negativas.

Es por ello que para los cervantinos, Bicentenario sea una fecha de solaz, en el sentido que una comunidad diversa ha recorrido un camino de 200 años hacia el sueño de la construcción por una nación más solidaria y fraterna. En este peregrinar, por lo general, los logros “pesan” más que las limitaciones.

Para nosotros que somos chilenos, no es menor tener un vecino con quien compartimos una de las mayores extensiones territoriales binacionales (más de cinco mil kilómetros). En este sentido Argentina y Chile son un ejemplo universal de la manera correcta para solucionar situaciones fronterizas; ya que durante 200 años no hemos tenido ninguna resolución bélica por diferencias limítrofes. Nuestro Colegio, que por su ubicación geográfica y contexto histórico le correspondió experimentar la compleja situación de conflicto fronterizo por las islas del Canal Beagle, motivó el espíritu de nuestra institución educativa a realizar acciones de promoción de Paz.

Entre las acciones del bicentenario que hemos querido resaltar en el marco de nuestra promoción por la paz, destacamos los murales que contenían esta motivación y expresaban frases tales como: “Chile y Argentina, dos países hermanados por la Paz”; “200 años de trayectoria hacia una paz posible”, etc…

El presente año 2010 la motivación de nuestro lema “Respetando la Creación, Forjaremos la Paz”, es también una frase que invita reflexionar sobre nuestro desarrollo sustentable en estos 200 años de existencia republicana. Las Naciones debieran generar debates ecológicos y ambientalistas en torno al tema de la Paz, es un desafío pendiente que nuestro establecimiento intentó pensar, en su pasada feria científica, con el tema de los biocombustibles.

La educación hoy tiene un deber para promover, pensar y actuar en torno al tema de la Paz desde la diversidad curricular. Es un deber formativo generar aprendizajes en el espectro más amplio posible de tópicos y problemáticas. Nuestro Colegio tiene un compromiso en esta materia y que formalizó desde el año 2008, con la adhesión a la Carta de la Paz y que se va consolidando en el tiempo, razón suficiente para pensar que este cumpleaños número 200 de nuestra nación hemos de regalar a nuestro país esta preocupación constante por la paz.

martes, 29 de junio de 2010

Acta de la Independencia

CABILDO EXTRAORDINARIO del 20 de julio de 1810

En la ciudad de Santa fe, a veinte de julio de mil ochocientos diez, y hora de las seis de la tarde, se presentaron los señores muy ilustre cabildo, en calidad de extraordinario, en virtud de haberse juntado el pueblo en la plaza pública y proclamado por su diputado el señor regidor don José Acevedo y Gómez, para que le propusiese los vocales en quienes el mismo pueblo iba a depositar el supremo gobierno del Reino; y habiendo hecho presente dicho señor regidor que era necesario contar con la autoridad actual jefe, el excelentísimo Señor don Antonio Amar, se mandó una diputación compuesta del señor contador de la Real casa de la Moneda, don Manuel de Pombo y don Luis Rubio, vecinos, a dicho señor excelentísimo, haciéndole presente las solicitudes justas y arregladas de este pueblo, y pidiéndole para su seguridad y ocurrencias del día de hoy, pusiese a disposición de este cuerpo las armas, mandando por lo pronto una compañía para resguardo de las casas capitulares, comandada por el capitán don Antonio Baraya. Impuesto su excelencia de las solicitudes del pueblo, se prestó con la mayor franqueza a ellas. En seguida se manifestó al mismo pueblo la lista de los sujetos que había proclamado anteriormente, para que unidos a los miembros legítimos de este cuerpo […] se deposite en toda la junta el gobierno supremo de este reino interinamente, mientras la misma junta forma la constitución que afiance la felicidad pública, contando con las nobles provincias, a las que en el instante se les pedirán sus diputados, formando este cuerpo el reglamento para las elecciones en dichas provincias; y tanto éste como la constitución de gobierno deberán formarse sobre las bases de libertad, independencia respectiva de ellas, ligadas únicamente por un sistema federativo, cuya representación deberá residir en esta capital, para que vele por la seguridad de la Nueva Granada que protesta no abdicar los derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo a otra persona que, a la de su augusto y desgraciado monarca don Fernando VII, siempre que venga a reinar entre nosotros, quedando por ahora sujeto este nuevo gobierno a la Suprema junta de Regencia, ínterin exista en la Península, y sobre la Constitución que le dé el pueblo, y en los términos dichos, y después de haberle exhortado el señor regidor su diputado a que guardase la inviolabilidad de las personas de los europeos en el momento de esta fatal crisis, porque de la recíproca unión de los americanos y los europeos, debe resultar la felicidad pública, protestando que el nuevo gobierno castigará a los delincuentes conforme a las leyes, concluyó recomendado muy particularmente al pueblo la persona del excelentísimo señor don Antonio Amar; respondió el pueblo con las señales de la mayor complacencia, aprobando cuanto expuso su diputado. Y en seguida se leyó la lista de las personas elegidas y proclamadas, en quienes, con el ilustre cabildo, ha depositado el gobierno supremo del reino, y fueron los señores.

Doctor don Juan Bautista Pey, arcediano de esta santa iglesia catedral, don José Sanz de Santamaría, tesorero de esta real Casa de la moneda, don Manuel de Pombo, contador de la misma, doctor don Camilo Torres; don Luis Caicedo y Flórez; doctor don Miguel de Pombo, don Francisco Morales; doctor don Pedro Groot; doctor don Fruto Gutiérrez; doctor don José Miguel Pey, alcalde ordinario de primer voto; don Juan Gómez, de segundo, doctor don Luis Azuola; doctor don Manuel Álvarez; doctor don Ignacio Herrera, don Joaquín Camacho, doctor don Emigdio Benítez, el capitán don Antonio Baraya, teniente coronel José María Moledo; el reverendo padre Fray Diego Padilla, don Sinforoso Mutis; doctor Francisco Serrano Gómez; don José Martín París, administrador principal de tabacos; doctor don Antonio Morales; doctor don Nicolás Mauricio Omaña.

En este estado proclamó el pueblo con viva y aclamaciones a favor de todos los nombrados, y notando la moderación de su diputado el expresado señor regidor don José Acevedo, dijo que debía ser primero de los vocales, y en seguida nombró también de tal vocal al señor magistral doctor don Andrés Rosillo, aclamando su libertad, como lo ha hecho en toda la tarde, y protestando ir en este momento a sacarle de la prisión en que se halla. […]

Juramos por el Dios que existe en los cielos y cuya imagen está presente y cuyas sagradas y adorables máximas contiene este libro, cumplir religiosamente la constitución y voluntad del pueblo expresada en esta acta, acerca de la forma del gobierno provisional que han instalado: derramar hasta la última gota de nuestra sangre por defender nuestra sagrada religión católica, apostólica, romana, nuestro amado monarca Fernando VII y la libertad de la patria; conservar la libertad e independencia de este Reino en los términos acordados; trabajar con infatigable celo para formar la Constitución bajo los puntos acordados, y en una palabra, cuanto conduzca a la felicidad de la patria. […]

[Firmantes]

Juan Jurado, doctor José Miguel Pey, Juan Gómez, Juan Bautista Pey, José María Domínguez de Castillo, José Ortega, Fernando de Benjumea, José Acevedo y Gómez, Francisco Fernández Heredia Suescún, doctor Ignacio de Herrera, Nepomuceno Rodríguez de Lago, Joaquín Camacho, José de Leyva, Rafael Córdova, José María Moledo, Antonio Baraya, Manuel Bernardo Álvarez, Pedro Groot, Manuel de Pombo, José Sanz de Santamaría, fray Juan Antonio González, guardián de San Francisco; Nicolás Mauricio de Omaña, Pablo Plata, Emigdio Benítez Plata, Frutos Joaquín Gutiérrez de Caviedes, Camilo Torres, doctor Santiago Torres y Peña, Francisco Javier Serrano Gómez de la Parra, Celi de Albear, fray Mariano Garnica, fray José Cavaría, Nicolás Cuervo, Antonio Ignacio Gallardo, rector del Rosario; doctor José Ignacio Pescador, Antonio Morales, José Ignacio Álvarez, Sinforoso Mutis, Manuel Pardo.

Las firmas que faltan en esta Acta, y están en el cuaderno de la Suprema Junta, son las siguientes: Luis Sarmiento, José María Carbonell, doctor Vicente de la Rocha, José Antonio Amaya Plata, Miguel Rosillo y Meruelo, José Martín París, Gregorio José Martínez Portillo, Juan María Pardo, José María León, doctor Miguel de Pombo, Luis Eduardo de Azuola, doctor Juan Nepomuceno Azuero Plata, doctor Julián Joaquín de la Rocha, Juan Manuel Ramírez, Juan José Mutienx. Ante mí, Eugenio Martín Melendro.

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EL BICENTENARIO OFICIAL
Mauricio Chinchilla.
Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.


BICENTENARIO EN COLOMBIA: PROSPECTIVAS
Jorge Eliécer. Doctor en Filosofía.
Universidad de la Salle
de Bogotá.


EL BICENTENARIO EN COLOMBIA: MÁS QUE 200 AÑOS DE VIOLENCIA
Mauricio Chinchilla, Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.

lunes, 28 de junio de 2010

Colombia: Más que 200 años de violencia

Mauricio Chichilla. Periodista. Instituto de la Paz de Bogotá

“Son malos tiempos estos. En realidad, desde que me acuerdo en este país siempre hemos vivido malos tiempos” (Juan Ramón Gálves)


Sin lugar a dudas, desde el descubrimiento, pasando por la Conquista hasta nuestros días, la historia del territorio colombiano ha estado marcada por una inexplicable e inusitada violencia.
Los historiadores han documentado el ejercicio de la violencia desde la conquista. Y con los  conquistadores aterrizarían también una serie de enfermedades hasta ahora desconocidas en tierras americanas que reducirían en grandes cantidades los nativos de estas tierras: viruela, sarampión, fiebre tifoidea, fiebre amarilla, malaria, meningitis…

Luego de la conquista vendría el período colonial como forma de gobierno y con ella la continuación de la violencia. La independencia nacional (1810), se hizo con altas dosis de violencia y durante  los siglos XVIII-XIX y XX ha predominado la violencia constantemente.

Pero no por el hecho de independizarse de la corona Española, se acabaría el fenómeno ‘violencia’. El siglo XX en Colombia representó el inicio de su proceso de industrialización y la consolidación como república al estilo de la Constitución de 1886. Los principales acontecimientos del siglo, muchos de ellos violentos,  fueron los siguientes: la Guerra de los Mil Días (1899 - 1902); la Separación de Panamá (1903); la Masacre de las Bananeras (1928), – novelada por García Márquez en Cien años de soledad-; el asesinato del candidato liberal Jorge Eliecer Gaitán (1948); la Época de la Violencia (1949 - 1958); el Frente Nacional (1958 - 1974); las luchas insurgentes de las guerrillas comunistas durante la segunda mitad del siglo, los enfrentamientos contra las mafias de las drogas, el asesinato del ministro de justicia, por parte del narcotráfico, Rodrigo Lara Bonilla (1984) o de  candidatos a la presidencia de la República como Jaime Pardo Leal (1987), Luis Carlos Galán Sarmiento (1989), Bernardo Jaramillo Ossa (1989), o Carlos Pizarro Leongómez (1990).

Desde los años 1960 hasta la fecha el país sigue estando afectado por la violencia: grupos insurgentes irregulares como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las varias clases de crimen organizado en Colombia y en años recientes las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), llegando hasta la lucha contra las drogas y el particular Plan Colombia.
Todas estas circunstancias llevan a pensar que Colombia vive bajo el dominio de la subcultura de la violencia, entendiendo por tal el conjunto de estructuras sociales, económicas, políticas, religiosas, entre otras, que la fomentan o la toleran. Con este mismo criterio, algunos afirman que Colombia es un país violento por naturaleza e incluso que en su gente existe alguna formación genética que la induce a un estado permanente de exaltación social.

Incluso la literatura de este país se ha alimentado de ese fenómenos violento que nos habita, tal vez sabiendo de antemano que la violencia es mejor negocio que la paz. Según  un estudio de Augusto Escobar Mesa titulado “La violencia: ¿generadora de una tradición en Colombia?, de las novelas escritas entre 1949 y 1967 que abordan la violencia de diversas maneras, se puede sacar ciertas conclusiones.  De las setenta novelas conocidas que tratan de la Violencia: 54 (77%) implican a la Iglesia católica colombiana como una de las instituciones responsables del auge de la violencia; 62 (90%) comprometen a la policía y a los grupos parapolíticos (chulavitas, pájaros, guerillas de la paz, policía rural) del caos, destrucción y muertes habidas; 49 (70%) defienden el punto de vista liberal y se atribuye la Violencia a los conservadores, 7 (10%) novelas reflejan la opinión conservadora y endilgan la Violencia a los liberales; 14 (20%) hacen una reflexión crítica sobre la Violencia, superando de esta manera el enfoque partidista. De los 57 escritores, 19 (33%) habían escrito por lo menos una obra antes de su primera novela sobre la Violencia, 38 (67%) se inician escribiendo sobre ella.

COLOMBIA Y SUS GENTES
Ahora bien, hay que tener en cuenta la población que habita el territorio nacional. En Colombia la población se divide tradicionalmente en tres grupos principales: los amerindios que constituyen la población nativa; los españoles y europeos, que son los grupos de colonizadores que desde el siglo XVI hasta el siglo XIX viajaron al territorio nacional en busca de prosperidad y los africanos (negros), traídos a América por los españoles y europeos como esclavos durante el siglo XVII al siglo XIX.

La mezcla de estos grupos generó varios grupos étnicos. Entre estos se encuentra el Mestizo (indígena-blanco), el Mulato (negro-blanco) y finalmente el Zambo (indígena-negro). Hay que destacar también otros grupos étnicos como los árabes y la presencia de judíos.

Este bicentenario debería de servir para que los colombianos abrazáramos nuestro pasado y no sólo desde las ciencias o las humanidades, como algunas veces se ha hecho, sino como individuos, cada uno como habitante o nacional de este país llamado Colombia, cada uno, desde el reconocimiento de quien se es.
 Ya se ha mencionado y no es complicado verlo, Colombia es un país terriblemente fragmentado. Aun no nos reconocemos como el país mestizo que somos. Somos un país con una herencia y tradición discriminatoria que nos negamos a soltar. Somos un país poco solidario, poseedores de una democracia burguesa, que por definición es un sistema político clasista, poseedores de un modelo económico expoliador, genocida y ecocida.

Buenas intenciones las ha habido: la independencia, hace 200 años, una de ellas;  esperanza infinita del pueblo; interesantes y bienintencionados proyectos políticos en aras del progreso y búsqueda de modernidad. Pero cuando damos un paso adelante, inmediatamente damos dos pasos atrás, en el corazón de esta violencia represiva se halla la lucha por la monopolización de la tierra junto a la transnacionalización de la industria, lo que genera, abierta o inconscientemente, una dinámica de confrontación de clases entre la oligarquía y tres sectores vitales del pueblo colombiano: los campesinos, los indígenas y la clase obrera.
Lo cierto es que aún falta mucho, quizá demasiado, para aprender a abrazar nuestro  pasado. El bicentenario y sus fastos no han comenzado y sería un buen momento no sólo para hacer fiesta, sino para comenzar a pensar en qué significa 200 años de ‘libertad’.

En palabras del jurado que reconoció la obra del recién ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010, el escritor franco-libanés Amin Maalouf, podríamos afirmar como ellos, pero aplicado al caso colombiano, que “frente a la desesperanza, la resignación o el victimismo, hemos de trazar una línea propia hacia la tolerancia y la reconciliación y un puente que ahonde en las raíces comunes de los pueblos y las culturas”.

En la antigua Provincia del Socorro se dieron los primeros pasos para el constitucionalismo colombiano y la Independencia de la Nueva Granada. Manuela Beltrán rompe los edictos que imponían nuevas contribuciones a los criollos granadinos. La revuelta que ocurrió en el Socorro el 10 de Julio de 1810 contra las autoridades españolas indudablemente fue el principio de las luchas por la independencia. El 11 de Julio de 1810 proclamaron la independencia del Socorro y los principales gestores de la insurrección firmaron el acta de independencia.



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EL BICENTENARIO OFICIAL
Mauricio Chinchilla.
Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.


BICENTENARIO EN COLOMBIA: PROSPECTIVAS
Jorge Eliécer. Doctor en Filosofía.
Universidad de la Salle
de Bogotá.


ACTA DE LA INDEPENDENCIA

domingo, 27 de junio de 2010

Bicentenario en Colombia: Prospectivas

Jorge Eliécer Martínez P (1).

En el marco de las celebraciones del bicentenario de la independencia de Colombia próximo a celebrarse son múltiples las propuestas relacionadas con el tema y es que al preguntarnos por el bicentenario como un acontecimiento, éste se presenta como una irrupción histórica que marca una diferencia con los momentos anteriores del territorio que hoy poblamos, y permite ver la diferencia en lo que hoy somos como colombianos, para indagar cuáles son las prácticas que nos permiten actualmente  hablar de lo que somos, pensamos y decimos como sujetos y así proyectar lo que seremos, pensemos, digamos y hagamos en el futuro de nación que queremos construir.  El pensar nuestro pasado en el hoy para proyectar prospectivas es una tarea en clave de paz, pues, en una Colombia donde las indagaciones se dan desde la historia cargada de resentimientos el pensar en el bicentenario hay que mirarlo desde la posibilidad de la reconciliación de la propia historia. “La reconciliación requiere justicia aunque puede ir más allá de la justicia en la concesión del perdón. Cómo armonizar el perdón con el compromiso actual con la justicia en circunstancias especiales, precisará discernimiento moral prudente y sutiles elementos políticos. Desarrollar estas virtudes es uno de los mayores retos espirituales de la vida política en nuestro mundo roto” (David Hollenbach SJ)

Inquirir por el valor del acontecimiento bicentenario es a su vez preguntarnos por nuestro presente, y es por lo tanto, indagarnos por el mismo a la luz de las prácticas y de los discursos que acompañaron ese momento de la independencia, para la toma de conciencia de sí mismos, como país que se nombra como nación y que se sitúa en el pasado para pensar su presente y proyectar su futuro. De ahí que una de las propuestas de mirar el bicentenario se da desde el desarrollo humano (Cátedra Lasallista -Universidad de la Salle); es preguntarse en un primer momento por la libertad.

Y es que el desarrollo puede concebirse “como un proceso de expansión de las libertades reales que disfrutan los individuos. El hecho de que centremos la atención en las libertades humanas contrasta con las visiones más estrictas del desarrollo, como su identificación con el crecimiento del producto nacional bruto, con el aumento de las rentas personales, con la industrialización, con los avances tecnológicos o con la modernización social”.  (Sen, A. 2006  p.  )

Así, el desarrollo puede ser visto desde una perspectiva distinta al crecimiento del producto interno bruto o a la ampliación de las posibilidades de acción a través de recursos tecnológicos. Tal perspectiva considera al desarrollo como un aumento de las “libertades reales”, como la educación, el acceso a servicios de salud, el hábitat, la distribución equitativa de los recursos, la libertad de expresión, entre otros, y de las cuales disfrutan las sociedades capitalistas contemporáneas.  En tal sentido “el desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de la libertad: la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones sociales sistemáticas, el abandono en que puedan encontrarse los servicios públicos y la intolerancia o el exceso de intervención de los estados represivos”. (Sen, 2006, p.19).

Lo que importa en esta revolución que se dio hace 200 años, por un pueblo colmado de ánimo, no es sólo la separación del gobierno extranjero sino es el grito de libertad, es el signo de que “los hombres quieren darse la constitución política que les convenga y que quieren” ( Foucault 2009 p. 36); por eso esta revolución de 1810 es un acontecimiento que no se puede olvidar porque revela que el desarrollo de un pueblo depende del valor que éste de al marco de sus libertades para dirigir sus acciones, es decir, gobernarse.

El bicentenario como celebración de la independencia es nombrar la revolución de 1810 como acontecimiento que se enuncia en el pasado pero que constituye una vitalidad permanente para nuestro presente y futuro, y que al reflexionarla desde las preguntas actuales del desarrollo, garantiza el no olvido y la continuidad de una marcha por lo humano.

Por lo tanto, el preguntarnos por el bicentenario de la independencia es la pregunta por las libertades reales de los hombres y mujeres, jóvenes, niños y niñas de esta nación; es interrogarse por esta actualidad desde un marco histórico de un proceso de esas libertades que se dio desde un acontecimiento en 1810, pero que reclama en el hoy la pregunta por las libertades actuales que nos permitan decir Independencia como horizonte permanente en la construcción del proyecto de nación.

(1) Licenciado en Filosofía USB, Diploma de Estudios Avanzados  (DEA) en Filosofía U. Barcelona Magíster en Desarrollo Educativo y Social CINDE- UPN, Doctor en Ciencias Sociales. Niñez y Juventud. CINDE-UM. Doctor en Filosofía U. Barcelona. Postdoctorado en Ciencias Sociales CINDE- CLACSO Docente- investigador Universidad de la Salle. Correo electrónico jmartinezp2@gmail.com

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EL BICENTENARIO OFICIAL
Mauricio Chinchilla.
Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.


EL BICENTENARIO EN COLOMBIA: MÁS QUE 200 AÑOS DE VIOLENCIA
Mauricio Chinchilla, Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.


ACTA DE LA INDEPENDENCIA 
 

sábado, 26 de junio de 2010

El Bicentenario Oficial

Mauricio Chinchilla, Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.

UN REPASO POR LOS ACONTECIMIENTOS DEL BICENTENARIO COLOMBIANO

En 1910, para celebrar el centenario de la independencia de Colombia hubo discursos de elogio a la madre patria, conciertos de música de cámara y construcciones a lo europeo de parques y otras obras. Parece ser que los sectores populares no participaron en las celebraciones y tuvieron que contentarse con festejos aislados. Ni para qué mencionar las minorías indígenas y negras, marginadas a causa de un renovado amor de las élites por la herencia española y hoy en día igualmente marginados por sus propios compatriotas.

Un siglo después, el país vuelve a las celebraciones, esta vez con un tono deliberadamente incluyente. Tanto que todo pareciera ser Bicentenario por estos días.

GRANDES Y PEQUEÑOS PROYECTOS

El Ministerio de Cultura tiene alrededor de 30 proyectos en los que ha venido trabajando desde el 2008 bajo el programa Cultura es Independencia. Su política se basa en la siguiente afirmación: “La cultura está forjada de identidades y diversidad, de creatividad e interculturalidad. Y es en ella donde confluyen las independencias necesarias para nuestra existencia como Nación”, dice la ministra Paula Marcela Moreno Zapata. Por eso, no hablan de una, sino de varias independencias en un decidido intento de hacer un bicentenario plural. El proyecto bandera son los Centros Municipales de Memoria: espacios colectivos extendidos por todo el país en donde las comunidades recuperan su pasado a través de narrativas, relatos de oficios, tertulias mensuales y archivos fotográficos. Hoy existen 20 centros y se espera la apertura de otros 12 en lo que queda del año. En general, los centros funcionan a media marcha, aunque la mayoría no ha pasado de la recolección de fotografías e historias entre la población.

Otro proyecto del Ministerio de Cultura es la construcción y restauración del patrimonio arquitectónico. Las obras se entregarán entre junio y diciembre de este 2010. Una de las más grandes es la recuperación del centro histórico de Barranquilla, cuya primera etapa, la Plaza de San Nicolás, estará lista para el Gran Concierto Nacional del 20 de julio. La plaza, donde está la primera catedral edificada en Barranquilla, ha sido sometida a un proceso de ampliación que comenzó con la reubicación de las ventas estacionarias y continúa con la demolición de edificios aledaños al ala norte de la iglesia.

Entre otras obras importantes, destacan las que se están realizando en municipio comunero por excelencia, El Socorro (Santander) donde se está construyendo el Centro Bicentenario. La biblioteca, que es la primera de tres fases, será entregada el 10 de julio, las otras dos fases, aulas artísticas y centro de convenciones, esperan la llegada de recursos. Destacan también obras en capitales de departamento como Cali, donde se construye el Domomuseo Bicentenario, en la biblioteca Jorge Garcés Borrero, que comenzó en enero y finalizará en julio. El Domomuseo tendrá cerca de 1.270 kilómetros cuadrados.

Eso sí, no tan bien les está yendo a otros municipios del país, cuyas restauraciones no han arrancado o están aún incipientes.

MEMORIA DE UN BICENTENARIO

Una parte considerable del Bicentenario tiene que ver con la importancia que tuvieron los discursos –legitimados y no legitimados del siglo XIX– en la difusión de las ideas. Impresiones de la Independencia: proclamas, bandos y papeles sueltos es la exposición documental que la Biblioteca Nacional inauguró el 6 de mayo, da cuenta del periodo de 1780 a 1810 y de cómo la publicación de bandos y proclamas colaboró a la construcción de una opinión pública, dividida entre independentistas y fieles a España.

A la par, la Biblioteca Nacional lanzará a principios de junio el portal Huellas digitales: historias de la Independencia, que recuperará colecciones de medicina, literatura, relatos de viajeros, partituras, grabados y artículos de periódicos, además de exposiciones virtuales sobre la Independencia. Los archivos de la Biblioteca harán parte de un motor de búsqueda creado por el Ministerio de Cultura con acceso a más de un millón de documentos históricos de la biblioteca Luis Ángel Arango, el Museo Nacional de Colombia y el ICANH (Instituto Colombiano de Antropología e Historia).

El Banco de la República inauguró en abril Palabras que nos cambiaron: lenguaje y poder en la Independencia, un recorrido por ocho palabras que transformaron las formas de pensar y hablar durante la independencia. La inusual muestra utiliza el espacio aéreo y plasma los discursos en afiches y pasquines que cuelgan al estilo de la literatura de cordel.

También el Museo Nacional elaboró diez carteles iconográficos que están listos para ser enviados a colegios y bibliotecas públicas. La idea es propiciar la discusión entre alumnos y profesores. ¿Qué entendían los esclavos por independencia y qué por libertad? ¿Qué imágenes aparecían en las monedas de 1800? ¿Quiénes fueron los héroes desconocidos de la Independencia? El otro gran proyecto es la exposición La historia de un grito: doscientos años de ser colombianos que se inaugurará el 4 de julio.

A diferencia de otras entidades, el Ministerio de Educación no tiene varios, sino un solo y ambicioso proyecto. Se trata de Historia hoy: aprendiendo con el Bicentenario de la Independencia, un programa realizado en varias etapas que ofrece a profesores y alumnos herramientas para la investigación histórica. La propuesta es que los niños construyan la historia a partir de sus inquietudes: el pasado no se encuentra únicamente en los textos escolares sino, además, en los cuentos de los abuelos o entre los documentos de una notaría. En la primera etapa, al menos 16.000 estudiantes enviaron sus preguntas sobre la Independencia al portal Colombia Aprende. De allí salió la cartilla 200 años, 200 preguntas. En la segunda, los niños contestaron las preguntas y en la tercera se socializará lo aprendido. El proceso viene acompañado de la Colección Bicentenario, un paquete educativo que funciona como una herramienta pedagógica. El proyecto es realmente revolucionario: la historia construida y no impuesta.

EN LA CAPITAL

Aunque falta definir el cronograma, la Alcaldía de Bogotá planea intervenciones urbanas, encuentros de pensadores, exposiciones y la famosa réplica del ejército libertador. La Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte se hizo cargo de la apertura de la urna centenaria y del cierre de la urna bicentenaria que se instalará en la Casa de la Independencia. El Instituto Distrital de Patrimonio Cultural está al de la construcción del Parque Bicentenario –un proyecto de gigantescas dimensiones– cuyas obras, bajo la dirección del arquitecto Jean Carlo Massanti y los diseños de Rogelio Salmona que comenzará el próximo año.

La celebración parece inagotable. Está el proyecto de turismo cultural Rutas de la Independencia; el Banco de Partituras del Bicentenario; la Biblioteca de Literatura Afrocolombiana y la Biblioteca de los Pueblos Indígenas que saldrán en julio; la obra de teatro Bolívar, una coproducción del Ministerio de Cultura y el teatro Malandro de Ginebra, bajo la dirección de Omar Porras y el guión de William Ospina; en el aire se encuentra Televisión de las independencias, una serie documental de 24 capítulos y desde hace unos meses, las emisoras comunitarias trasmiten Independencias al aire, crónicas y dramatizados cortos sobre lo que pasó en 1810.

Editoriales comerciales y universitarias se han dado a la tarea de presentar a los lectores libros de historia, ensayo y reflexión sobre estos doscientos años de vida republicana. Entre todas las publicaciones destacamos la labor realizada por la Revista Credencial Historia quienes desde octubre de 2009 iniciaron la publicación de una serie dedicada a la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Colombia.

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BICENTENARIO EN COLOMBIA: PROSPECTIVAS
Jorge Eliécer. Doctor en Filosofía.
Universidad de la Salle
de Bogotá.


EL BICENTENARIO EN COLOMBIA: MÁS QUE 200 AÑOS DE VIOLENCIA
Mauricio Chinchilla, Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.


ACTA DE LA INDEPENDENCIA

viernes, 25 de junio de 2010

Celebración, y ¿fiesta?

Alfredo Fernández. Periodista.
Carta de la Paz dirigida a la ONU

En las escuelas se enseña que el 25 de mayo de 1810 fue el primer grito de libertad que dio la República Argentina. Para celebrar esta fecha son tradicionales los actos escolares donde a los niños se los viste con atuendos típicos, se les pinta la cara para simular los rostros de los negritos de la época de la colonia, y se llevan tortas fritas y pasteles para festejar con “mate cocido”. ¡Aguatero! ¡Farolero! ¡Pastelitos calientes que queman los dientes!, -gritan los niños sobre el escenario.

También se suele vestir a las niñas como damas de la clase alta que se juntaban para bordar, tejer y tocar el piano, o como a las mujeres esclavas que cocinaban o lavaban la ropa a orillas del río.

Cabildo de Buenos Aires. Antigua sede del Gobierno Nacional en imagen de época.

Pero celebrar el 25 de Mayo es festejar también la lucha por la libertad. Fueron muchos los hombres que dieron su esfuerzo y su vida por la emancipación. La decisión de crear un primer gobierno patrio, fue una demostración de la madurez, que se manifiesta en numerosos aspectos de nuestra vida, y si bien implica libertad, también significa responsabilidad. La responsabilidad de defender el sueño de una Argentina independiente.

¡Y cuánto nos falta aún para lograrlo! Pues la independencia no es sólo una declaración, sino también un compromiso para sostenerla. Independencia es poder tomar decisiones libremente. Pero no es tan sencillo hacerlo hoy en día. ¿Somos verdaderamente libres para decidir por nosotros? ¿Estamos atados a ciertas ideologías que nos impiden actuar con libertad?

El 25 de mayo es una fecha que nos invita a la reflexión, a la manifestación de ideales patrióticos que están íntimamente ligados con ciertos valores que nos acompañan diariamente: libertad, soberanía, e igualdad. Esa igualdad que aún hoy cuesta ver, cuando casi la mitad de la población del país es considerada pobre. Cuando el índice de desocupación supera el 10% sin contar la gran cantidad de gente que está en el mercado laboral marginal o como se conoce allí “en negro”, es decir sin protección social alguna.

Un historiador argentino recuerda que “en estos días, la dimensión festiva originaria se ha recuperado. Mucha gente colmó los espacios públicos, disfrutando de los variados espectáculos ofrecidos”[1] . Y no es para menos. Pensar que son ¡200 años! Pero claro, en Europa 200 años de historia no es nada. Pero en América sí que lo es.

Hay que celebrar los hechos que tuvieron lugar en aquellos momentos, porque no fue nuestra decisión ni responsabilidad, y gracias a ello hoy estamos nosotros aquí, aunque un poco golpeados por la realidad que muchas veces nos abruma.

Porque celebramos la libertad de la opresión y dominación española, pero aún hoy estamos presos de nuestro desánimo y de resentimientos que nos impiden crecer con libertad.

Entonces, ¿sigue habiendo motivos para celebrar? Claro! Pero también debe haber un proceso reflexivo que nos permita revisar esa historia, y a la luz de esos hechos, de esas evidencias, construir un presente mejor. Será una verdadera independencia si en la mente y en el corazón de cada argentino puede renacer ese grito de libertad, esa idea de separación, pero de todo aquello que aún hoy nos mantiene presos y no nos deja vivir en libertad.

[1] Romero, Luis Alberto. Diario La Nación. 26-5-2010. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1268716


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EL ARTE DE CONMEMORAR: UNA NUEVA OCASIÓN
Francesc Torralba. Doctor en Filosofía.
Director de los Institutos de la Paz

¿SE PUEDE TRANSFORMAR LA HISTORIA?
Inés Palomeque.
Directora de Mil milenios de Paz.

jueves, 24 de junio de 2010

¿Se puede transformar la Historia?

Inés Palomeque.
Directora de Mil milenios de Paz.

Pensado en cuál sería la mejor manera de integrar a jóvenes de Iberoamérica y en especial de aquellos  países  que entre 2009 -  2010  conmemoran su bicentenario –Argentina -  Bolivia – Chile – Ecuador – México - Paraguay y  Venezuela, se pensó en organizar la X Asamblea Parlamentaria de Líderes Jóvenes Mensajeros de Paz del 15 al 17 de Septiembre de 2010 en el Honorable Senado de la Nación Argentina.

Precisamente allí,  donde se elaboran y dictan las leyes , en el Recinto de Senadores, los jóvenes aportando su punto de vista,  desde una visión multidimensional dinámica,  interactiva, positiva,  creativa,  comprometida, respetuosa  y conciente de sus Derechos y Responsabilidades , se conectarán  con la historia de sus respectivos países, sus  próceres y los valores que identificaron su accionar en la vida de sus pueblos, para proponer e intercambiar ideas y acciones innovadoras generadoras de paz y bienestar para todos y  que ayuden a  construir una sociedad fraternal, humana y justa.

La participación de jóvenes es fundamental para lograr una transformación. "Nosotros como jóvenes decidimos empezar a cambiar respetando los valores humanos, el medio que nos rodea y revalorizando lo cotidiano”. IX Asamblea “Los jóvenes , la política y la Paz” 18 de septiembre de 2009. Congreso Nacional. Buenos Aires (Argentina).

2010 es un año clave para aquellos que creen importante reinventar el porvenir. Casi simultáneamente hace 200 años, en  varios países latinoamericanos  se produjeron  movimientos emancipadores , con la intención  de liberar a los pueblos del colonialismo.  Por su parte Argentina celebra el 25 de Mayo, el aniversario de la Revolución de Mayo y creación del Primer Gobierno Patrio. Seis años más tarde, el 9 de Julio de 1816, luego de un largo proceso y dentro de un contexto mundial favorable para su emancipación,  tuvo lugar la  Declaración de la Independencia. Aquello que primero sintieron, y que luego expresaron frente al Cabildo Abierto un grupo de vecinos, nos ayudó a transformarnos en una Nación libre y Soberana, a crecer y desarrollarnos como pueblo independiente.

200 años nos es poca cosa, constituye sin lugar a dudas, una gran oportunidad única e irrepetible para que nos conectemos con nuestro  pasado, reflexionemos sobre nuestro presente y logremos una real integración pacífica, a través de la transformación personal y social.

Para Transformar la historia, necesitamos soñar un mañana mejor. Reconciliándonos y reconciliando, perdonando y perdonándonos.  Conocer nuestras raíces (pasado) nos ayuda a saber quienes somos, reflexionar  acerca de nuestro estilo de vida (presente)  nos ayuda fundamentalmente a transformar nuestro futuro. Necesitamos re-encontrarnos, con nosotros y con los otros.

La gesta de mayo es emblema de libertad. Libertad que supimos conseguir. Libertad que deseamos salvaguardar  para nosotros y para las generaciones futuras  y cuyo punto de partida es la paz, que nos permite alcanzar Libertad interior. Paz y Libertad  necesarias para transformar nuestro futuro y crecer cualitativamente.

Construir un proyecto de país a través del diálogo, encontrando puntos de unión, estableciendo  acuerdos justos, descubriendo  estrategias que nos permitan concretar nuestros Sueños, como personas y como Nación, es una tarea que requiere de coraje y valentía. Y donde  la Paz puede ser  el puente que nos une.

La paz es un estado del ser donde todos somos iguales.  Paz implica armonía individual integral reflejada en una conducta social amable, colaboradora y creativa.  Paz es energía positiva. Cuando estamos en paz podemos realizar un proyecto en común, más allá de los deseos individuales y  que beneficie al bien común.

Cada uno de nosotros es un centro de paz. Si despertamos nuestra conciencia descubriremos y recuperaremos el verdadero poder. El poder que cada uno de nosotros tiene y sabríamos como utilizarlo para construir, para ayudar, para hacer el bien. Para transformarnos y transformar, el odio en amor y  la venganza en perdón. Mientras continuemos alentando rencores, quedaremos atrapados en el pasado deprimidos y desvalorizados, colmados de  pensamientos y sentimientos negativos.

Tal vez la clave sea construir puentes de amistad, fortalecer la colaboración, aplicar el conocimiento para el desarrollo de los pueblos, de todos los pueblos. Y de todos los hombres . Porque todos somos uno. Y por lo tanto lo bueno y lo malo que hacemos, tarde o temprano  nos afecta de alguna manera. Necesitamos incluir a todos en nuestra conciencia, perder el miedo al encuentro con los otros, establecer alianzas, confiar en la capacidad del hombre de Dar y amar, y tener coraje, para alcanzar la paz.

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EL ARTE DE CONMEMORAR: UNA NUEVA OCASIÓN
Francesc Torralba. Doctor en Filosofía.
Director de los Institutos de la Paz

CELEBRACIÓN Y, ¿FIESTA?
Alfredo Fernández. Periodista.
Carta de la Paz dirigida a la ONU

miércoles, 23 de junio de 2010

El arte de conmemorar: Una nueva ocasión

Francesc Torralba. Doctor en Filosofía.
Director de los Institutos de la Paz

Conmemorar un evento es un ritual que incluye dos dimensiones: una emocional y otra racional. No es un acto singular, ni individual; sino un  proceso que se desarrolla en el plano de la comunidad. Se conmemora algo cuando existe un nosotros que es capaz de reconocerse como sujeto colectivo de una historia compartida, de una sucesión de episodios, dramáticos o felices, de algo que acaeció en el pasado. Toda conmemoración despierta recuerdos, positivos y  negativos, orgullo e indignación, gozo y dolor, pero exige necesariamente el momento analítico, la reflexión racional y crítica sobre lo que se hizo y cómo se hizo.

Mural de Diego Rivera. Palacio Nacional (México)

En el acto de conmemorar siempre está al acecho la posibilidad de la impostura, la ocultación de lo que duele, la ignorancia de las víctimas. Cuando se conmemora olvidando quiénes padecieron, el ritual se convierte en una industria del resentimiento, en un foco de hostilidad. Se debe evitar que el acto de conmemorar se convierta en un modo de despertar resentimientos absurdos, porque, como se expresa en la Carta de la paz dirigida a la ONU, estos resentimientos se convierten en verdaderos obstáculos para la edificación de la paz.

La víctima tiene el derecho a ser recordada, a no ser olvidada y los pueblos, al conmemorar su historia, deben ser suficientemente honestos para narrarse a sí mismos, para relatar públicamente la dimensión nocturna del itinerario realizado, lo que no está escrito en los manuales oficiales, en la historia gloriosa de la nación. El acto de conmemorar es, también, una ocasión para lamentar públicamente cómo se hicieron las cosas en el pasado y, a partir de ello, asumir las oportunas lecciones para el presente y el futuro. Muy frecuentemente, los intereses creados mueven la construcción formal del relato y la consecuencia final es que la conmemoración se convierte en una perfecta selección de recuerdos y de olvidos expresamente buscados para conseguir el efecto deseado en las masas.

El objeto formal de toda conmemoración consiste en recordar lo que acaeció, en retrotraerse en el tiempo para pensar las condiciones de lo acaecido, lo que tuvo lugar y cómo tuvo lugar. El recuerdo no es neutro desde el punto de vista emocional, máxime cuando lo que se evoca en la memoria colectiva dejó profundas huellas en la biografía de un pueblo, de una nación.

La conmemoración de la independencia es un pretexto para ahondar en la propia esencia colectiva, en la identidad nacional y en la riqueza del contacto intercultural, también para pensar lo que la propia comunidad puede aportar en el concierto planetario, su contribución al progreso de la historia global. No se trata sólo de mirar el pasado para recrearse en esa contemplación, sino de aprender de él para que las generaciones futuras puedan vivir pacíficamente en un mundo globalmente comunicado.

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¿SE PUEDE TRANSFORMAR LA HISTORIA?
Inés Palomeque.
Directora de Mil milenios de Paz.

CELEBRACIÓN Y, ¿FIESTA?
Alfredo Fernández. Periodista.
Carta de la Paz dirigida a la ONU