viernes, 25 de junio de 2010

Celebración, y ¿fiesta?

Alfredo Fernández. Periodista.
Carta de la Paz dirigida a la ONU

En las escuelas se enseña que el 25 de mayo de 1810 fue el primer grito de libertad que dio la República Argentina. Para celebrar esta fecha son tradicionales los actos escolares donde a los niños se los viste con atuendos típicos, se les pinta la cara para simular los rostros de los negritos de la época de la colonia, y se llevan tortas fritas y pasteles para festejar con “mate cocido”. ¡Aguatero! ¡Farolero! ¡Pastelitos calientes que queman los dientes!, -gritan los niños sobre el escenario.

También se suele vestir a las niñas como damas de la clase alta que se juntaban para bordar, tejer y tocar el piano, o como a las mujeres esclavas que cocinaban o lavaban la ropa a orillas del río.

Cabildo de Buenos Aires. Antigua sede del Gobierno Nacional en imagen de época.

Pero celebrar el 25 de Mayo es festejar también la lucha por la libertad. Fueron muchos los hombres que dieron su esfuerzo y su vida por la emancipación. La decisión de crear un primer gobierno patrio, fue una demostración de la madurez, que se manifiesta en numerosos aspectos de nuestra vida, y si bien implica libertad, también significa responsabilidad. La responsabilidad de defender el sueño de una Argentina independiente.

¡Y cuánto nos falta aún para lograrlo! Pues la independencia no es sólo una declaración, sino también un compromiso para sostenerla. Independencia es poder tomar decisiones libremente. Pero no es tan sencillo hacerlo hoy en día. ¿Somos verdaderamente libres para decidir por nosotros? ¿Estamos atados a ciertas ideologías que nos impiden actuar con libertad?

El 25 de mayo es una fecha que nos invita a la reflexión, a la manifestación de ideales patrióticos que están íntimamente ligados con ciertos valores que nos acompañan diariamente: libertad, soberanía, e igualdad. Esa igualdad que aún hoy cuesta ver, cuando casi la mitad de la población del país es considerada pobre. Cuando el índice de desocupación supera el 10% sin contar la gran cantidad de gente que está en el mercado laboral marginal o como se conoce allí “en negro”, es decir sin protección social alguna.

Un historiador argentino recuerda que “en estos días, la dimensión festiva originaria se ha recuperado. Mucha gente colmó los espacios públicos, disfrutando de los variados espectáculos ofrecidos”[1] . Y no es para menos. Pensar que son ¡200 años! Pero claro, en Europa 200 años de historia no es nada. Pero en América sí que lo es.

Hay que celebrar los hechos que tuvieron lugar en aquellos momentos, porque no fue nuestra decisión ni responsabilidad, y gracias a ello hoy estamos nosotros aquí, aunque un poco golpeados por la realidad que muchas veces nos abruma.

Porque celebramos la libertad de la opresión y dominación española, pero aún hoy estamos presos de nuestro desánimo y de resentimientos que nos impiden crecer con libertad.

Entonces, ¿sigue habiendo motivos para celebrar? Claro! Pero también debe haber un proceso reflexivo que nos permita revisar esa historia, y a la luz de esos hechos, de esas evidencias, construir un presente mejor. Será una verdadera independencia si en la mente y en el corazón de cada argentino puede renacer ese grito de libertad, esa idea de separación, pero de todo aquello que aún hoy nos mantiene presos y no nos deja vivir en libertad.

[1] Romero, Luis Alberto. Diario La Nación. 26-5-2010. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1268716


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EL ARTE DE CONMEMORAR: UNA NUEVA OCASIÓN
Francesc Torralba. Doctor en Filosofía.
Director de los Institutos de la Paz

¿SE PUEDE TRANSFORMAR LA HISTORIA?
Inés Palomeque.
Directora de Mil milenios de Paz.

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