martes, 29 de junio de 2010

Acta de la Independencia

CABILDO EXTRAORDINARIO del 20 de julio de 1810

En la ciudad de Santa fe, a veinte de julio de mil ochocientos diez, y hora de las seis de la tarde, se presentaron los señores muy ilustre cabildo, en calidad de extraordinario, en virtud de haberse juntado el pueblo en la plaza pública y proclamado por su diputado el señor regidor don José Acevedo y Gómez, para que le propusiese los vocales en quienes el mismo pueblo iba a depositar el supremo gobierno del Reino; y habiendo hecho presente dicho señor regidor que era necesario contar con la autoridad actual jefe, el excelentísimo Señor don Antonio Amar, se mandó una diputación compuesta del señor contador de la Real casa de la Moneda, don Manuel de Pombo y don Luis Rubio, vecinos, a dicho señor excelentísimo, haciéndole presente las solicitudes justas y arregladas de este pueblo, y pidiéndole para su seguridad y ocurrencias del día de hoy, pusiese a disposición de este cuerpo las armas, mandando por lo pronto una compañía para resguardo de las casas capitulares, comandada por el capitán don Antonio Baraya. Impuesto su excelencia de las solicitudes del pueblo, se prestó con la mayor franqueza a ellas. En seguida se manifestó al mismo pueblo la lista de los sujetos que había proclamado anteriormente, para que unidos a los miembros legítimos de este cuerpo […] se deposite en toda la junta el gobierno supremo de este reino interinamente, mientras la misma junta forma la constitución que afiance la felicidad pública, contando con las nobles provincias, a las que en el instante se les pedirán sus diputados, formando este cuerpo el reglamento para las elecciones en dichas provincias; y tanto éste como la constitución de gobierno deberán formarse sobre las bases de libertad, independencia respectiva de ellas, ligadas únicamente por un sistema federativo, cuya representación deberá residir en esta capital, para que vele por la seguridad de la Nueva Granada que protesta no abdicar los derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo a otra persona que, a la de su augusto y desgraciado monarca don Fernando VII, siempre que venga a reinar entre nosotros, quedando por ahora sujeto este nuevo gobierno a la Suprema junta de Regencia, ínterin exista en la Península, y sobre la Constitución que le dé el pueblo, y en los términos dichos, y después de haberle exhortado el señor regidor su diputado a que guardase la inviolabilidad de las personas de los europeos en el momento de esta fatal crisis, porque de la recíproca unión de los americanos y los europeos, debe resultar la felicidad pública, protestando que el nuevo gobierno castigará a los delincuentes conforme a las leyes, concluyó recomendado muy particularmente al pueblo la persona del excelentísimo señor don Antonio Amar; respondió el pueblo con las señales de la mayor complacencia, aprobando cuanto expuso su diputado. Y en seguida se leyó la lista de las personas elegidas y proclamadas, en quienes, con el ilustre cabildo, ha depositado el gobierno supremo del reino, y fueron los señores.

Doctor don Juan Bautista Pey, arcediano de esta santa iglesia catedral, don José Sanz de Santamaría, tesorero de esta real Casa de la moneda, don Manuel de Pombo, contador de la misma, doctor don Camilo Torres; don Luis Caicedo y Flórez; doctor don Miguel de Pombo, don Francisco Morales; doctor don Pedro Groot; doctor don Fruto Gutiérrez; doctor don José Miguel Pey, alcalde ordinario de primer voto; don Juan Gómez, de segundo, doctor don Luis Azuola; doctor don Manuel Álvarez; doctor don Ignacio Herrera, don Joaquín Camacho, doctor don Emigdio Benítez, el capitán don Antonio Baraya, teniente coronel José María Moledo; el reverendo padre Fray Diego Padilla, don Sinforoso Mutis; doctor Francisco Serrano Gómez; don José Martín París, administrador principal de tabacos; doctor don Antonio Morales; doctor don Nicolás Mauricio Omaña.

En este estado proclamó el pueblo con viva y aclamaciones a favor de todos los nombrados, y notando la moderación de su diputado el expresado señor regidor don José Acevedo, dijo que debía ser primero de los vocales, y en seguida nombró también de tal vocal al señor magistral doctor don Andrés Rosillo, aclamando su libertad, como lo ha hecho en toda la tarde, y protestando ir en este momento a sacarle de la prisión en que se halla. […]

Juramos por el Dios que existe en los cielos y cuya imagen está presente y cuyas sagradas y adorables máximas contiene este libro, cumplir religiosamente la constitución y voluntad del pueblo expresada en esta acta, acerca de la forma del gobierno provisional que han instalado: derramar hasta la última gota de nuestra sangre por defender nuestra sagrada religión católica, apostólica, romana, nuestro amado monarca Fernando VII y la libertad de la patria; conservar la libertad e independencia de este Reino en los términos acordados; trabajar con infatigable celo para formar la Constitución bajo los puntos acordados, y en una palabra, cuanto conduzca a la felicidad de la patria. […]

[Firmantes]

Juan Jurado, doctor José Miguel Pey, Juan Gómez, Juan Bautista Pey, José María Domínguez de Castillo, José Ortega, Fernando de Benjumea, José Acevedo y Gómez, Francisco Fernández Heredia Suescún, doctor Ignacio de Herrera, Nepomuceno Rodríguez de Lago, Joaquín Camacho, José de Leyva, Rafael Córdova, José María Moledo, Antonio Baraya, Manuel Bernardo Álvarez, Pedro Groot, Manuel de Pombo, José Sanz de Santamaría, fray Juan Antonio González, guardián de San Francisco; Nicolás Mauricio de Omaña, Pablo Plata, Emigdio Benítez Plata, Frutos Joaquín Gutiérrez de Caviedes, Camilo Torres, doctor Santiago Torres y Peña, Francisco Javier Serrano Gómez de la Parra, Celi de Albear, fray Mariano Garnica, fray José Cavaría, Nicolás Cuervo, Antonio Ignacio Gallardo, rector del Rosario; doctor José Ignacio Pescador, Antonio Morales, José Ignacio Álvarez, Sinforoso Mutis, Manuel Pardo.

Las firmas que faltan en esta Acta, y están en el cuaderno de la Suprema Junta, son las siguientes: Luis Sarmiento, José María Carbonell, doctor Vicente de la Rocha, José Antonio Amaya Plata, Miguel Rosillo y Meruelo, José Martín París, Gregorio José Martínez Portillo, Juan María Pardo, José María León, doctor Miguel de Pombo, Luis Eduardo de Azuola, doctor Juan Nepomuceno Azuero Plata, doctor Julián Joaquín de la Rocha, Juan Manuel Ramírez, Juan José Mutienx. Ante mí, Eugenio Martín Melendro.

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EL BICENTENARIO OFICIAL
Mauricio Chinchilla.
Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.


BICENTENARIO EN COLOMBIA: PROSPECTIVAS
Jorge Eliécer. Doctor en Filosofía.
Universidad de la Salle
de Bogotá.


EL BICENTENARIO EN COLOMBIA: MÁS QUE 200 AÑOS DE VIOLENCIA
Mauricio Chinchilla, Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.

lunes, 28 de junio de 2010

Colombia: Más que 200 años de violencia

Mauricio Chichilla. Periodista. Instituto de la Paz de Bogotá

“Son malos tiempos estos. En realidad, desde que me acuerdo en este país siempre hemos vivido malos tiempos” (Juan Ramón Gálves)


Sin lugar a dudas, desde el descubrimiento, pasando por la Conquista hasta nuestros días, la historia del territorio colombiano ha estado marcada por una inexplicable e inusitada violencia.
Los historiadores han documentado el ejercicio de la violencia desde la conquista. Y con los  conquistadores aterrizarían también una serie de enfermedades hasta ahora desconocidas en tierras americanas que reducirían en grandes cantidades los nativos de estas tierras: viruela, sarampión, fiebre tifoidea, fiebre amarilla, malaria, meningitis…

Luego de la conquista vendría el período colonial como forma de gobierno y con ella la continuación de la violencia. La independencia nacional (1810), se hizo con altas dosis de violencia y durante  los siglos XVIII-XIX y XX ha predominado la violencia constantemente.

Pero no por el hecho de independizarse de la corona Española, se acabaría el fenómeno ‘violencia’. El siglo XX en Colombia representó el inicio de su proceso de industrialización y la consolidación como república al estilo de la Constitución de 1886. Los principales acontecimientos del siglo, muchos de ellos violentos,  fueron los siguientes: la Guerra de los Mil Días (1899 - 1902); la Separación de Panamá (1903); la Masacre de las Bananeras (1928), – novelada por García Márquez en Cien años de soledad-; el asesinato del candidato liberal Jorge Eliecer Gaitán (1948); la Época de la Violencia (1949 - 1958); el Frente Nacional (1958 - 1974); las luchas insurgentes de las guerrillas comunistas durante la segunda mitad del siglo, los enfrentamientos contra las mafias de las drogas, el asesinato del ministro de justicia, por parte del narcotráfico, Rodrigo Lara Bonilla (1984) o de  candidatos a la presidencia de la República como Jaime Pardo Leal (1987), Luis Carlos Galán Sarmiento (1989), Bernardo Jaramillo Ossa (1989), o Carlos Pizarro Leongómez (1990).

Desde los años 1960 hasta la fecha el país sigue estando afectado por la violencia: grupos insurgentes irregulares como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las varias clases de crimen organizado en Colombia y en años recientes las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), llegando hasta la lucha contra las drogas y el particular Plan Colombia.
Todas estas circunstancias llevan a pensar que Colombia vive bajo el dominio de la subcultura de la violencia, entendiendo por tal el conjunto de estructuras sociales, económicas, políticas, religiosas, entre otras, que la fomentan o la toleran. Con este mismo criterio, algunos afirman que Colombia es un país violento por naturaleza e incluso que en su gente existe alguna formación genética que la induce a un estado permanente de exaltación social.

Incluso la literatura de este país se ha alimentado de ese fenómenos violento que nos habita, tal vez sabiendo de antemano que la violencia es mejor negocio que la paz. Según  un estudio de Augusto Escobar Mesa titulado “La violencia: ¿generadora de una tradición en Colombia?, de las novelas escritas entre 1949 y 1967 que abordan la violencia de diversas maneras, se puede sacar ciertas conclusiones.  De las setenta novelas conocidas que tratan de la Violencia: 54 (77%) implican a la Iglesia católica colombiana como una de las instituciones responsables del auge de la violencia; 62 (90%) comprometen a la policía y a los grupos parapolíticos (chulavitas, pájaros, guerillas de la paz, policía rural) del caos, destrucción y muertes habidas; 49 (70%) defienden el punto de vista liberal y se atribuye la Violencia a los conservadores, 7 (10%) novelas reflejan la opinión conservadora y endilgan la Violencia a los liberales; 14 (20%) hacen una reflexión crítica sobre la Violencia, superando de esta manera el enfoque partidista. De los 57 escritores, 19 (33%) habían escrito por lo menos una obra antes de su primera novela sobre la Violencia, 38 (67%) se inician escribiendo sobre ella.

COLOMBIA Y SUS GENTES
Ahora bien, hay que tener en cuenta la población que habita el territorio nacional. En Colombia la población se divide tradicionalmente en tres grupos principales: los amerindios que constituyen la población nativa; los españoles y europeos, que son los grupos de colonizadores que desde el siglo XVI hasta el siglo XIX viajaron al territorio nacional en busca de prosperidad y los africanos (negros), traídos a América por los españoles y europeos como esclavos durante el siglo XVII al siglo XIX.

La mezcla de estos grupos generó varios grupos étnicos. Entre estos se encuentra el Mestizo (indígena-blanco), el Mulato (negro-blanco) y finalmente el Zambo (indígena-negro). Hay que destacar también otros grupos étnicos como los árabes y la presencia de judíos.

Este bicentenario debería de servir para que los colombianos abrazáramos nuestro pasado y no sólo desde las ciencias o las humanidades, como algunas veces se ha hecho, sino como individuos, cada uno como habitante o nacional de este país llamado Colombia, cada uno, desde el reconocimiento de quien se es.
 Ya se ha mencionado y no es complicado verlo, Colombia es un país terriblemente fragmentado. Aun no nos reconocemos como el país mestizo que somos. Somos un país con una herencia y tradición discriminatoria que nos negamos a soltar. Somos un país poco solidario, poseedores de una democracia burguesa, que por definición es un sistema político clasista, poseedores de un modelo económico expoliador, genocida y ecocida.

Buenas intenciones las ha habido: la independencia, hace 200 años, una de ellas;  esperanza infinita del pueblo; interesantes y bienintencionados proyectos políticos en aras del progreso y búsqueda de modernidad. Pero cuando damos un paso adelante, inmediatamente damos dos pasos atrás, en el corazón de esta violencia represiva se halla la lucha por la monopolización de la tierra junto a la transnacionalización de la industria, lo que genera, abierta o inconscientemente, una dinámica de confrontación de clases entre la oligarquía y tres sectores vitales del pueblo colombiano: los campesinos, los indígenas y la clase obrera.
Lo cierto es que aún falta mucho, quizá demasiado, para aprender a abrazar nuestro  pasado. El bicentenario y sus fastos no han comenzado y sería un buen momento no sólo para hacer fiesta, sino para comenzar a pensar en qué significa 200 años de ‘libertad’.

En palabras del jurado que reconoció la obra del recién ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010, el escritor franco-libanés Amin Maalouf, podríamos afirmar como ellos, pero aplicado al caso colombiano, que “frente a la desesperanza, la resignación o el victimismo, hemos de trazar una línea propia hacia la tolerancia y la reconciliación y un puente que ahonde en las raíces comunes de los pueblos y las culturas”.

En la antigua Provincia del Socorro se dieron los primeros pasos para el constitucionalismo colombiano y la Independencia de la Nueva Granada. Manuela Beltrán rompe los edictos que imponían nuevas contribuciones a los criollos granadinos. La revuelta que ocurrió en el Socorro el 10 de Julio de 1810 contra las autoridades españolas indudablemente fue el principio de las luchas por la independencia. El 11 de Julio de 1810 proclamaron la independencia del Socorro y los principales gestores de la insurrección firmaron el acta de independencia.



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EL BICENTENARIO OFICIAL
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Jorge Eliécer. Doctor en Filosofía.
Universidad de la Salle
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ACTA DE LA INDEPENDENCIA

domingo, 27 de junio de 2010

Bicentenario en Colombia: Prospectivas

Jorge Eliécer Martínez P (1).

En el marco de las celebraciones del bicentenario de la independencia de Colombia próximo a celebrarse son múltiples las propuestas relacionadas con el tema y es que al preguntarnos por el bicentenario como un acontecimiento, éste se presenta como una irrupción histórica que marca una diferencia con los momentos anteriores del territorio que hoy poblamos, y permite ver la diferencia en lo que hoy somos como colombianos, para indagar cuáles son las prácticas que nos permiten actualmente  hablar de lo que somos, pensamos y decimos como sujetos y así proyectar lo que seremos, pensemos, digamos y hagamos en el futuro de nación que queremos construir.  El pensar nuestro pasado en el hoy para proyectar prospectivas es una tarea en clave de paz, pues, en una Colombia donde las indagaciones se dan desde la historia cargada de resentimientos el pensar en el bicentenario hay que mirarlo desde la posibilidad de la reconciliación de la propia historia. “La reconciliación requiere justicia aunque puede ir más allá de la justicia en la concesión del perdón. Cómo armonizar el perdón con el compromiso actual con la justicia en circunstancias especiales, precisará discernimiento moral prudente y sutiles elementos políticos. Desarrollar estas virtudes es uno de los mayores retos espirituales de la vida política en nuestro mundo roto” (David Hollenbach SJ)

Inquirir por el valor del acontecimiento bicentenario es a su vez preguntarnos por nuestro presente, y es por lo tanto, indagarnos por el mismo a la luz de las prácticas y de los discursos que acompañaron ese momento de la independencia, para la toma de conciencia de sí mismos, como país que se nombra como nación y que se sitúa en el pasado para pensar su presente y proyectar su futuro. De ahí que una de las propuestas de mirar el bicentenario se da desde el desarrollo humano (Cátedra Lasallista -Universidad de la Salle); es preguntarse en un primer momento por la libertad.

Y es que el desarrollo puede concebirse “como un proceso de expansión de las libertades reales que disfrutan los individuos. El hecho de que centremos la atención en las libertades humanas contrasta con las visiones más estrictas del desarrollo, como su identificación con el crecimiento del producto nacional bruto, con el aumento de las rentas personales, con la industrialización, con los avances tecnológicos o con la modernización social”.  (Sen, A. 2006  p.  )

Así, el desarrollo puede ser visto desde una perspectiva distinta al crecimiento del producto interno bruto o a la ampliación de las posibilidades de acción a través de recursos tecnológicos. Tal perspectiva considera al desarrollo como un aumento de las “libertades reales”, como la educación, el acceso a servicios de salud, el hábitat, la distribución equitativa de los recursos, la libertad de expresión, entre otros, y de las cuales disfrutan las sociedades capitalistas contemporáneas.  En tal sentido “el desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de la libertad: la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones sociales sistemáticas, el abandono en que puedan encontrarse los servicios públicos y la intolerancia o el exceso de intervención de los estados represivos”. (Sen, 2006, p.19).

Lo que importa en esta revolución que se dio hace 200 años, por un pueblo colmado de ánimo, no es sólo la separación del gobierno extranjero sino es el grito de libertad, es el signo de que “los hombres quieren darse la constitución política que les convenga y que quieren” ( Foucault 2009 p. 36); por eso esta revolución de 1810 es un acontecimiento que no se puede olvidar porque revela que el desarrollo de un pueblo depende del valor que éste de al marco de sus libertades para dirigir sus acciones, es decir, gobernarse.

El bicentenario como celebración de la independencia es nombrar la revolución de 1810 como acontecimiento que se enuncia en el pasado pero que constituye una vitalidad permanente para nuestro presente y futuro, y que al reflexionarla desde las preguntas actuales del desarrollo, garantiza el no olvido y la continuidad de una marcha por lo humano.

Por lo tanto, el preguntarnos por el bicentenario de la independencia es la pregunta por las libertades reales de los hombres y mujeres, jóvenes, niños y niñas de esta nación; es interrogarse por esta actualidad desde un marco histórico de un proceso de esas libertades que se dio desde un acontecimiento en 1810, pero que reclama en el hoy la pregunta por las libertades actuales que nos permitan decir Independencia como horizonte permanente en la construcción del proyecto de nación.

(1) Licenciado en Filosofía USB, Diploma de Estudios Avanzados  (DEA) en Filosofía U. Barcelona Magíster en Desarrollo Educativo y Social CINDE- UPN, Doctor en Ciencias Sociales. Niñez y Juventud. CINDE-UM. Doctor en Filosofía U. Barcelona. Postdoctorado en Ciencias Sociales CINDE- CLACSO Docente- investigador Universidad de la Salle. Correo electrónico jmartinezp2@gmail.com

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EL BICENTENARIO EN COLOMBIA: MÁS QUE 200 AÑOS DE VIOLENCIA
Mauricio Chinchilla, Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.


ACTA DE LA INDEPENDENCIA 
 

sábado, 26 de junio de 2010

El Bicentenario Oficial

Mauricio Chinchilla, Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.

UN REPASO POR LOS ACONTECIMIENTOS DEL BICENTENARIO COLOMBIANO

En 1910, para celebrar el centenario de la independencia de Colombia hubo discursos de elogio a la madre patria, conciertos de música de cámara y construcciones a lo europeo de parques y otras obras. Parece ser que los sectores populares no participaron en las celebraciones y tuvieron que contentarse con festejos aislados. Ni para qué mencionar las minorías indígenas y negras, marginadas a causa de un renovado amor de las élites por la herencia española y hoy en día igualmente marginados por sus propios compatriotas.

Un siglo después, el país vuelve a las celebraciones, esta vez con un tono deliberadamente incluyente. Tanto que todo pareciera ser Bicentenario por estos días.

GRANDES Y PEQUEÑOS PROYECTOS

El Ministerio de Cultura tiene alrededor de 30 proyectos en los que ha venido trabajando desde el 2008 bajo el programa Cultura es Independencia. Su política se basa en la siguiente afirmación: “La cultura está forjada de identidades y diversidad, de creatividad e interculturalidad. Y es en ella donde confluyen las independencias necesarias para nuestra existencia como Nación”, dice la ministra Paula Marcela Moreno Zapata. Por eso, no hablan de una, sino de varias independencias en un decidido intento de hacer un bicentenario plural. El proyecto bandera son los Centros Municipales de Memoria: espacios colectivos extendidos por todo el país en donde las comunidades recuperan su pasado a través de narrativas, relatos de oficios, tertulias mensuales y archivos fotográficos. Hoy existen 20 centros y se espera la apertura de otros 12 en lo que queda del año. En general, los centros funcionan a media marcha, aunque la mayoría no ha pasado de la recolección de fotografías e historias entre la población.

Otro proyecto del Ministerio de Cultura es la construcción y restauración del patrimonio arquitectónico. Las obras se entregarán entre junio y diciembre de este 2010. Una de las más grandes es la recuperación del centro histórico de Barranquilla, cuya primera etapa, la Plaza de San Nicolás, estará lista para el Gran Concierto Nacional del 20 de julio. La plaza, donde está la primera catedral edificada en Barranquilla, ha sido sometida a un proceso de ampliación que comenzó con la reubicación de las ventas estacionarias y continúa con la demolición de edificios aledaños al ala norte de la iglesia.

Entre otras obras importantes, destacan las que se están realizando en municipio comunero por excelencia, El Socorro (Santander) donde se está construyendo el Centro Bicentenario. La biblioteca, que es la primera de tres fases, será entregada el 10 de julio, las otras dos fases, aulas artísticas y centro de convenciones, esperan la llegada de recursos. Destacan también obras en capitales de departamento como Cali, donde se construye el Domomuseo Bicentenario, en la biblioteca Jorge Garcés Borrero, que comenzó en enero y finalizará en julio. El Domomuseo tendrá cerca de 1.270 kilómetros cuadrados.

Eso sí, no tan bien les está yendo a otros municipios del país, cuyas restauraciones no han arrancado o están aún incipientes.

MEMORIA DE UN BICENTENARIO

Una parte considerable del Bicentenario tiene que ver con la importancia que tuvieron los discursos –legitimados y no legitimados del siglo XIX– en la difusión de las ideas. Impresiones de la Independencia: proclamas, bandos y papeles sueltos es la exposición documental que la Biblioteca Nacional inauguró el 6 de mayo, da cuenta del periodo de 1780 a 1810 y de cómo la publicación de bandos y proclamas colaboró a la construcción de una opinión pública, dividida entre independentistas y fieles a España.

A la par, la Biblioteca Nacional lanzará a principios de junio el portal Huellas digitales: historias de la Independencia, que recuperará colecciones de medicina, literatura, relatos de viajeros, partituras, grabados y artículos de periódicos, además de exposiciones virtuales sobre la Independencia. Los archivos de la Biblioteca harán parte de un motor de búsqueda creado por el Ministerio de Cultura con acceso a más de un millón de documentos históricos de la biblioteca Luis Ángel Arango, el Museo Nacional de Colombia y el ICANH (Instituto Colombiano de Antropología e Historia).

El Banco de la República inauguró en abril Palabras que nos cambiaron: lenguaje y poder en la Independencia, un recorrido por ocho palabras que transformaron las formas de pensar y hablar durante la independencia. La inusual muestra utiliza el espacio aéreo y plasma los discursos en afiches y pasquines que cuelgan al estilo de la literatura de cordel.

También el Museo Nacional elaboró diez carteles iconográficos que están listos para ser enviados a colegios y bibliotecas públicas. La idea es propiciar la discusión entre alumnos y profesores. ¿Qué entendían los esclavos por independencia y qué por libertad? ¿Qué imágenes aparecían en las monedas de 1800? ¿Quiénes fueron los héroes desconocidos de la Independencia? El otro gran proyecto es la exposición La historia de un grito: doscientos años de ser colombianos que se inaugurará el 4 de julio.

A diferencia de otras entidades, el Ministerio de Educación no tiene varios, sino un solo y ambicioso proyecto. Se trata de Historia hoy: aprendiendo con el Bicentenario de la Independencia, un programa realizado en varias etapas que ofrece a profesores y alumnos herramientas para la investigación histórica. La propuesta es que los niños construyan la historia a partir de sus inquietudes: el pasado no se encuentra únicamente en los textos escolares sino, además, en los cuentos de los abuelos o entre los documentos de una notaría. En la primera etapa, al menos 16.000 estudiantes enviaron sus preguntas sobre la Independencia al portal Colombia Aprende. De allí salió la cartilla 200 años, 200 preguntas. En la segunda, los niños contestaron las preguntas y en la tercera se socializará lo aprendido. El proceso viene acompañado de la Colección Bicentenario, un paquete educativo que funciona como una herramienta pedagógica. El proyecto es realmente revolucionario: la historia construida y no impuesta.

EN LA CAPITAL

Aunque falta definir el cronograma, la Alcaldía de Bogotá planea intervenciones urbanas, encuentros de pensadores, exposiciones y la famosa réplica del ejército libertador. La Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte se hizo cargo de la apertura de la urna centenaria y del cierre de la urna bicentenaria que se instalará en la Casa de la Independencia. El Instituto Distrital de Patrimonio Cultural está al de la construcción del Parque Bicentenario –un proyecto de gigantescas dimensiones– cuyas obras, bajo la dirección del arquitecto Jean Carlo Massanti y los diseños de Rogelio Salmona que comenzará el próximo año.

La celebración parece inagotable. Está el proyecto de turismo cultural Rutas de la Independencia; el Banco de Partituras del Bicentenario; la Biblioteca de Literatura Afrocolombiana y la Biblioteca de los Pueblos Indígenas que saldrán en julio; la obra de teatro Bolívar, una coproducción del Ministerio de Cultura y el teatro Malandro de Ginebra, bajo la dirección de Omar Porras y el guión de William Ospina; en el aire se encuentra Televisión de las independencias, una serie documental de 24 capítulos y desde hace unos meses, las emisoras comunitarias trasmiten Independencias al aire, crónicas y dramatizados cortos sobre lo que pasó en 1810.

Editoriales comerciales y universitarias se han dado a la tarea de presentar a los lectores libros de historia, ensayo y reflexión sobre estos doscientos años de vida republicana. Entre todas las publicaciones destacamos la labor realizada por la Revista Credencial Historia quienes desde octubre de 2009 iniciaron la publicación de una serie dedicada a la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Colombia.

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Mauricio Chinchilla, Periodista.
Instituto de la Paz de Bogotá.


ACTA DE LA INDEPENDENCIA

viernes, 25 de junio de 2010

Celebración, y ¿fiesta?

Alfredo Fernández. Periodista.
Carta de la Paz dirigida a la ONU

En las escuelas se enseña que el 25 de mayo de 1810 fue el primer grito de libertad que dio la República Argentina. Para celebrar esta fecha son tradicionales los actos escolares donde a los niños se los viste con atuendos típicos, se les pinta la cara para simular los rostros de los negritos de la época de la colonia, y se llevan tortas fritas y pasteles para festejar con “mate cocido”. ¡Aguatero! ¡Farolero! ¡Pastelitos calientes que queman los dientes!, -gritan los niños sobre el escenario.

También se suele vestir a las niñas como damas de la clase alta que se juntaban para bordar, tejer y tocar el piano, o como a las mujeres esclavas que cocinaban o lavaban la ropa a orillas del río.

Cabildo de Buenos Aires. Antigua sede del Gobierno Nacional en imagen de época.

Pero celebrar el 25 de Mayo es festejar también la lucha por la libertad. Fueron muchos los hombres que dieron su esfuerzo y su vida por la emancipación. La decisión de crear un primer gobierno patrio, fue una demostración de la madurez, que se manifiesta en numerosos aspectos de nuestra vida, y si bien implica libertad, también significa responsabilidad. La responsabilidad de defender el sueño de una Argentina independiente.

¡Y cuánto nos falta aún para lograrlo! Pues la independencia no es sólo una declaración, sino también un compromiso para sostenerla. Independencia es poder tomar decisiones libremente. Pero no es tan sencillo hacerlo hoy en día. ¿Somos verdaderamente libres para decidir por nosotros? ¿Estamos atados a ciertas ideologías que nos impiden actuar con libertad?

El 25 de mayo es una fecha que nos invita a la reflexión, a la manifestación de ideales patrióticos que están íntimamente ligados con ciertos valores que nos acompañan diariamente: libertad, soberanía, e igualdad. Esa igualdad que aún hoy cuesta ver, cuando casi la mitad de la población del país es considerada pobre. Cuando el índice de desocupación supera el 10% sin contar la gran cantidad de gente que está en el mercado laboral marginal o como se conoce allí “en negro”, es decir sin protección social alguna.

Un historiador argentino recuerda que “en estos días, la dimensión festiva originaria se ha recuperado. Mucha gente colmó los espacios públicos, disfrutando de los variados espectáculos ofrecidos”[1] . Y no es para menos. Pensar que son ¡200 años! Pero claro, en Europa 200 años de historia no es nada. Pero en América sí que lo es.

Hay que celebrar los hechos que tuvieron lugar en aquellos momentos, porque no fue nuestra decisión ni responsabilidad, y gracias a ello hoy estamos nosotros aquí, aunque un poco golpeados por la realidad que muchas veces nos abruma.

Porque celebramos la libertad de la opresión y dominación española, pero aún hoy estamos presos de nuestro desánimo y de resentimientos que nos impiden crecer con libertad.

Entonces, ¿sigue habiendo motivos para celebrar? Claro! Pero también debe haber un proceso reflexivo que nos permita revisar esa historia, y a la luz de esos hechos, de esas evidencias, construir un presente mejor. Será una verdadera independencia si en la mente y en el corazón de cada argentino puede renacer ese grito de libertad, esa idea de separación, pero de todo aquello que aún hoy nos mantiene presos y no nos deja vivir en libertad.

[1] Romero, Luis Alberto. Diario La Nación. 26-5-2010. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1268716


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EL ARTE DE CONMEMORAR: UNA NUEVA OCASIÓN
Francesc Torralba. Doctor en Filosofía.
Director de los Institutos de la Paz

¿SE PUEDE TRANSFORMAR LA HISTORIA?
Inés Palomeque.
Directora de Mil milenios de Paz.

jueves, 24 de junio de 2010

¿Se puede transformar la Historia?

Inés Palomeque.
Directora de Mil milenios de Paz.

Pensado en cuál sería la mejor manera de integrar a jóvenes de Iberoamérica y en especial de aquellos  países  que entre 2009 -  2010  conmemoran su bicentenario –Argentina -  Bolivia – Chile – Ecuador – México - Paraguay y  Venezuela, se pensó en organizar la X Asamblea Parlamentaria de Líderes Jóvenes Mensajeros de Paz del 15 al 17 de Septiembre de 2010 en el Honorable Senado de la Nación Argentina.

Precisamente allí,  donde se elaboran y dictan las leyes , en el Recinto de Senadores, los jóvenes aportando su punto de vista,  desde una visión multidimensional dinámica,  interactiva, positiva,  creativa,  comprometida, respetuosa  y conciente de sus Derechos y Responsabilidades , se conectarán  con la historia de sus respectivos países, sus  próceres y los valores que identificaron su accionar en la vida de sus pueblos, para proponer e intercambiar ideas y acciones innovadoras generadoras de paz y bienestar para todos y  que ayuden a  construir una sociedad fraternal, humana y justa.

La participación de jóvenes es fundamental para lograr una transformación. "Nosotros como jóvenes decidimos empezar a cambiar respetando los valores humanos, el medio que nos rodea y revalorizando lo cotidiano”. IX Asamblea “Los jóvenes , la política y la Paz” 18 de septiembre de 2009. Congreso Nacional. Buenos Aires (Argentina).

2010 es un año clave para aquellos que creen importante reinventar el porvenir. Casi simultáneamente hace 200 años, en  varios países latinoamericanos  se produjeron  movimientos emancipadores , con la intención  de liberar a los pueblos del colonialismo.  Por su parte Argentina celebra el 25 de Mayo, el aniversario de la Revolución de Mayo y creación del Primer Gobierno Patrio. Seis años más tarde, el 9 de Julio de 1816, luego de un largo proceso y dentro de un contexto mundial favorable para su emancipación,  tuvo lugar la  Declaración de la Independencia. Aquello que primero sintieron, y que luego expresaron frente al Cabildo Abierto un grupo de vecinos, nos ayudó a transformarnos en una Nación libre y Soberana, a crecer y desarrollarnos como pueblo independiente.

200 años nos es poca cosa, constituye sin lugar a dudas, una gran oportunidad única e irrepetible para que nos conectemos con nuestro  pasado, reflexionemos sobre nuestro presente y logremos una real integración pacífica, a través de la transformación personal y social.

Para Transformar la historia, necesitamos soñar un mañana mejor. Reconciliándonos y reconciliando, perdonando y perdonándonos.  Conocer nuestras raíces (pasado) nos ayuda a saber quienes somos, reflexionar  acerca de nuestro estilo de vida (presente)  nos ayuda fundamentalmente a transformar nuestro futuro. Necesitamos re-encontrarnos, con nosotros y con los otros.

La gesta de mayo es emblema de libertad. Libertad que supimos conseguir. Libertad que deseamos salvaguardar  para nosotros y para las generaciones futuras  y cuyo punto de partida es la paz, que nos permite alcanzar Libertad interior. Paz y Libertad  necesarias para transformar nuestro futuro y crecer cualitativamente.

Construir un proyecto de país a través del diálogo, encontrando puntos de unión, estableciendo  acuerdos justos, descubriendo  estrategias que nos permitan concretar nuestros Sueños, como personas y como Nación, es una tarea que requiere de coraje y valentía. Y donde  la Paz puede ser  el puente que nos une.

La paz es un estado del ser donde todos somos iguales.  Paz implica armonía individual integral reflejada en una conducta social amable, colaboradora y creativa.  Paz es energía positiva. Cuando estamos en paz podemos realizar un proyecto en común, más allá de los deseos individuales y  que beneficie al bien común.

Cada uno de nosotros es un centro de paz. Si despertamos nuestra conciencia descubriremos y recuperaremos el verdadero poder. El poder que cada uno de nosotros tiene y sabríamos como utilizarlo para construir, para ayudar, para hacer el bien. Para transformarnos y transformar, el odio en amor y  la venganza en perdón. Mientras continuemos alentando rencores, quedaremos atrapados en el pasado deprimidos y desvalorizados, colmados de  pensamientos y sentimientos negativos.

Tal vez la clave sea construir puentes de amistad, fortalecer la colaboración, aplicar el conocimiento para el desarrollo de los pueblos, de todos los pueblos. Y de todos los hombres . Porque todos somos uno. Y por lo tanto lo bueno y lo malo que hacemos, tarde o temprano  nos afecta de alguna manera. Necesitamos incluir a todos en nuestra conciencia, perder el miedo al encuentro con los otros, establecer alianzas, confiar en la capacidad del hombre de Dar y amar, y tener coraje, para alcanzar la paz.

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EL ARTE DE CONMEMORAR: UNA NUEVA OCASIÓN
Francesc Torralba. Doctor en Filosofía.
Director de los Institutos de la Paz

CELEBRACIÓN Y, ¿FIESTA?
Alfredo Fernández. Periodista.
Carta de la Paz dirigida a la ONU

miércoles, 23 de junio de 2010

El arte de conmemorar: Una nueva ocasión

Francesc Torralba. Doctor en Filosofía.
Director de los Institutos de la Paz

Conmemorar un evento es un ritual que incluye dos dimensiones: una emocional y otra racional. No es un acto singular, ni individual; sino un  proceso que se desarrolla en el plano de la comunidad. Se conmemora algo cuando existe un nosotros que es capaz de reconocerse como sujeto colectivo de una historia compartida, de una sucesión de episodios, dramáticos o felices, de algo que acaeció en el pasado. Toda conmemoración despierta recuerdos, positivos y  negativos, orgullo e indignación, gozo y dolor, pero exige necesariamente el momento analítico, la reflexión racional y crítica sobre lo que se hizo y cómo se hizo.

Mural de Diego Rivera. Palacio Nacional (México)

En el acto de conmemorar siempre está al acecho la posibilidad de la impostura, la ocultación de lo que duele, la ignorancia de las víctimas. Cuando se conmemora olvidando quiénes padecieron, el ritual se convierte en una industria del resentimiento, en un foco de hostilidad. Se debe evitar que el acto de conmemorar se convierta en un modo de despertar resentimientos absurdos, porque, como se expresa en la Carta de la paz dirigida a la ONU, estos resentimientos se convierten en verdaderos obstáculos para la edificación de la paz.

La víctima tiene el derecho a ser recordada, a no ser olvidada y los pueblos, al conmemorar su historia, deben ser suficientemente honestos para narrarse a sí mismos, para relatar públicamente la dimensión nocturna del itinerario realizado, lo que no está escrito en los manuales oficiales, en la historia gloriosa de la nación. El acto de conmemorar es, también, una ocasión para lamentar públicamente cómo se hicieron las cosas en el pasado y, a partir de ello, asumir las oportunas lecciones para el presente y el futuro. Muy frecuentemente, los intereses creados mueven la construcción formal del relato y la consecuencia final es que la conmemoración se convierte en una perfecta selección de recuerdos y de olvidos expresamente buscados para conseguir el efecto deseado en las masas.

El objeto formal de toda conmemoración consiste en recordar lo que acaeció, en retrotraerse en el tiempo para pensar las condiciones de lo acaecido, lo que tuvo lugar y cómo tuvo lugar. El recuerdo no es neutro desde el punto de vista emocional, máxime cuando lo que se evoca en la memoria colectiva dejó profundas huellas en la biografía de un pueblo, de una nación.

La conmemoración de la independencia es un pretexto para ahondar en la propia esencia colectiva, en la identidad nacional y en la riqueza del contacto intercultural, también para pensar lo que la propia comunidad puede aportar en el concierto planetario, su contribución al progreso de la historia global. No se trata sólo de mirar el pasado para recrearse en esa contemplación, sino de aprender de él para que las generaciones futuras puedan vivir pacíficamente en un mundo globalmente comunicado.

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¿SE PUEDE TRANSFORMAR LA HISTORIA?
Inés Palomeque.
Directora de Mil milenios de Paz.

CELEBRACIÓN Y, ¿FIESTA?
Alfredo Fernández. Periodista.
Carta de la Paz dirigida a la ONU