jueves, 30 de diciembre de 2010

Construyendo bicentenarios

Fernando Carrión Mena.
Quito. Ecuador

Promovido por el Observatorio Latinoamericano del New School de Nueva York, se organizó la conferencia internacional denominada “Construyendo Bicentenarios en Latinoamérica en la época de la globalización”, con la finalidad de debatir y discutir respecto de los desafíos del cómo y el porqué conmemorar los dos cientos años de la independencia en América latina.

El contexto histórico de esta conmemoración está signado por el impacto de la crisis económica, que ha conducido a tres cambios sustanciales: el retorno a lo estatal de los bancos, la industria automotriz, las aseguradoras de pensiones; el cierre de ciertos mercados que hace pensar en una sustitución de importaciones; y la redefinición de los territorios en la línea de la soberanía y la integración.

Obviamente que en este marco las celebraciones tienen un andarivel subsidiario. No hay movilización social o proyectos emblemáticos porque no despega el proceso, mientras hay cambio de nombres a lo que se venía haciendo o modificación del papel membretado de las instituciones.

Queda claro que en sociedades plurales como las que vivimos, es muy difícil no reconocer la existencia de múltiples bicentenarios conmemorándose al tiempo. Primero porque existe un itinerario temporal y espacial de la libertad al que todos quieren llegar primero. Fue Chuquisaca (Sucre) o La Paz; pues las dos, porque son parte del mismo movimiento libertario; lo que ocurre es que el debate no está en quien fue primero, sino a quién ese hito le otorga la razón histórica para argumentar la capitalidad en Bolivia.

En Ecuador no es muy distinto: se cuestiona el grito libertario del 10 de Agosto de 1809 por que dicen fue un movimiento elitista, monárquico, quiteño y que tuvo poco éxito. Esta interpretación viene de grupos sociales anclados en ciudades específicas que están confrontando políticamente el sentido de “lo nacional” desde su terruño. El Ecuador es el único país de América Latina que no tiene una fecha de celebración nacional, mientras si lo tienen cada una de las localidades. Mientras en Latinoamérica se celebra nacionalmente la emancipación; en el país las localidades conmemoran los actos fundacionales; es decir, las acciones de sojuzgamiento...

Por todo ello, los Bicentenarios deben ser proyectos en construcción que no deben pasar bajo el determinismo inexorable del tiempo. ¡Es el sentido de futuro que está en disputa! Realizar movimientos poblacionales masivos banalizan el contenido y le convierten a la conmemoración en un espectáculo urbano más. También se debe tener cuidado respecto de lo que ocurrió en el pasado, en que, por ejemplo, el espacio público, como lugar de disputa, sirvió para expulsar a los pueblos originarios con las políticas de ajardinamiento y ornato, a la clase obrera con la planificación urbana y a los jóvenes con la llamada prevención situacional. Hechos ocurridos en tres momentos clave de nuestra historia: la colonización, los cien años de la independencia y el bicentenario de la emancipación.

Artículo publicado en http://works.bepress.com/fernando_carrion/280/

Los bicentenarios


Fernando Carrión Mena.
Quito. Ecuador

Difícil entender un proceso libertador solo a partir de un quiebre de aguas establecido en una sola fecha y en un solo lugar.

Desde el año 2009 hasta 2011, se realizarán los festejos conmemorativos del Bicentenario en la Región, en una coyuntura en la que el Estado ha entrado en crisis debido al doble movimiento interrelacionado de localización y de globalización, así como la urbe ha transformado su concepto de ciudad frontera, nacida a partir de la revolución industrial, hacia la ciudad en red, que tiene lugar con la mundialización.

Hoy, la ciudad es el territorio articulador general del Estado, y han sido los Gobiernos nacionales los que han conducido el proceso de conmemoración de los bicentenarios. Los bicentenarios se expresan en una coyuntura en que los gobiernos locales se han fortalecido gracias a las políticas de descentralización, como también se ha generado un grupo importante de países con posiciones nacionalistas e integracionistas que ven este acontecimiento como un hecho que permite repensar las relaciones entre sí y con otras regiones. De allí que las lecturas del proceso libertador sigan la doble ruta de localización e internacionalización: múltiples fechas y lugares secuenciales, en algunos casos en disputa, como parte de un movimiento continental.

En realidad, existe un itinerario espacial y temporal de la secuencia libertadora, pero también una expresión de disputa de las múltiples conmemoraciones que desemboca hoy en la existencia de una pluralidad de bicentenarios. En ello, mucho tiene que ver la forma cómo procesan los grupos sociales, cómo se modifican los anclajes territoriales del poder y cómo se conciben los proyectos en disputa. Difícil entender un proceso libertador solo a partir de un quiebre de aguas establecido en una sola fecha y en un solo lugar. Mucho menos, definir a esta fecha como si fuera la primera, porque estos procesos tardan muchos años en incubarse y expresarse.

Hoy, da la impresión de que cada país y ciudad viven como si fuera una competencia deportiva, en tanto se busca saber quién fue el primero en producir la llama de la libertad y no las condiciones históricas del proceso; con lo cual, se vacía de contenido a la historia. Sin embargo, la impresión que existe hasta el momento es la de un proceso de conmemoración que se ha vaciado de contenido, en tanto esta plataforma de proyección no aparece; con lo cual, empieza a pesar lo espectacular y contingente por sobre lo trascendental. Da la impresión de que no despega la propuesta, sea porque no existe proyecto, porque se ha volcado más hacia el pasado que hacia el futuro o porque, en su defecto, más hacia el presente, en donde lo lúdico y espectacular tiene alta primacía para la movilización de masas hacia la legitimación de las autoridades.

Se podría afirmar que pesó más la lógica del espectáculo masivo que la del monumento, que fue propio de la conmemoración del Centenario. La historia que construyó los monumentos arquitectónicos como oráculos en los que el Estado legitimó un discurso, una identidad y unos símbolos venidos del nacionalismo, tienen ahora una política de conservación con la que se reinventan. Hoy, se pasa del monumento a un metarelato inocuo, en el que el Bicentenario se encuentra a la deriva, enfrascado en debates intrascendentes, localizado en espacios reducidos o en la construcción de proyectos aniversarios que llevan el mote de Bicentenario.

Artículo publicado en Publicado el 29/Mayo/2010 diario Hoy de Ecuador.